Tomás Mejía Camacho

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Tomás Mejía Camacho

José Tomás Trinidad de la Luz Mejía Camacho José Tomás Trinidad de la Luz Mejía Camacho (Bucareli, Pinal de Amoles, Querétaro, 17 de septiembre, 1820 - Cerro de las Campanas, Querétaro, Querétaro, 19 de junio de 1867) fue un militar conservador mexicano nacido en el pueblecillo Pinal de Amoles, Villa de Jalpan Sierra Gorda, Querétaro, en el seno de una familia indígena otomí de recursos económicos precarios. Estudió en la escuela rural de su pueblo de origen.[1]

En la comunidad llamada Bucareli, perteneciente a este municipio, descendiente puro de chichimecas nació en fecha no precisa, Tomás Mejía. Fue educado por un general español que, tras ser derrotada la expedición que comandaba, se quedó a residir en la Sierra Gorda bajo el nombre ficticio de Darío Bizarda.

Tomás Mejía desde muy joven se dedicó a la carrera de las armas y se unió al partido conservador de Antonio López de Santa Anna.

Biografía

El general imperialista Tomás Mejía nació en un pequeño poblado de la Sierra Gorda Queretana llamado Pinal de Amoles, alrededor de 1820, siendo sus padres Cristóbal Mejía y María Martina Camacho, ambos de raza india.

Se dice que el joven Tomás fue el único amigo de un soldado español que llegó huyendo a la Sierra Gorda y ocultando su verdadera identidad bajo el nombre de Darío Bissarda. Se supone que ambos llevaron una estrecha amistad y no fue sino haste en su lecho de muerte que Bissarda reveló a Tomás su verdadero nombre: Isidro Barradas, que había sido enviado al Continente Americano a reconquistar el territorio mexicano para devolverlo a la Corona Española, pero habiendo fracasado su misión, se vio obligado a refugiarse en la Sierra bajo otra identidad.

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Su formación militar

Desde muy joven Tomás Mejía abarazó la milicia y ya para 1841 tenía el grado de alférez, habiéndose casado poco antes con Carlota Duran, de quien enviudaría al poco tiempo. Algunos años después contrajo matrimonio con una joven mujer de nombre Agustina Castro.

Inició sus servicios militares en 1841, por la influencia de dos personajes que coincidieron en Jalpan: El general José Urrea, quién le prodigo sus conocimientos en caballería y el joven militar Juan Cano, quién había estudiado en París, Francia, para ingeniero militar y había sido enviado a la Sierra Gorda por el Presidente Anastasio Bustamante, buscando pacificar la región. Allí conoce a Mejía y le ofrece el grado de alférez, dado que tenía un amplio conocimiento de los caballos y era un domador y jinete experto, cualidades que no pasaron desapercibidas por sus superiores. Combatió contra las tribus apaches que asolaban la frontera norte de México, en el estado de Chihuahua, colindante con los Estados Unidos, en el año de 1842 al 1845 mostrando denuedo, don de mando y valentía, por lo cual alcanzó el grado de Capitán.

Intervención estadounidense: batalla de la Angostura y ascensos militares

Mejía participó en la guerra contra Estados Unidos y se distinguió en la defensa de Monterrey. Tuvo que resignarse a la derrota, enmascvarada tras el tratado en el que se cedía a Estados Unidos los territoios de Texas, California y Nuevo Mexico. Participó entonces en una sublevación contra el gobierno del entonces presidente, que había sustituido al general Santa Anna, José Joaquín Herrera, responsable del tratado de Guadalupe. Al ver perdida su causa, Tomás se volvió al gobierno, ofreciendose a dirigir las tropas federales que combatían a los rebeldes. Una vez vencida la rebelión, entregó él mismo a los que habíaan sido sus compañeros a las tropas del gobierno.

Concurrió a la batalla de la Angostura, en Coahuila, contra los invasores norteamericanos, y a pesar de la derrota, tuvo una destacada actuación, ya que hizo retroceder en varias ocasiones el avance del ejército invasor. En 1848 fue ascendido a comandante por su participación en estos combates dirigidos por el General Antonio López de Santa Anna. De regreso a la Sierra Gorda, en 1849, fue nombrado jefe militar. Se dedicaría a combatir a los rebeldes caciques que pretendían organizar una guerra de castas y continuas rebeliones contra el gobierno del Presidente Mariano Arista, quién lo premio al terminar la campaña con el grado de teniente coronel en abril de 1851. Entre 1852 y 1854, se le dieron responsabilidades adicionales: fue nombrado comandante militar de la región por el gobernador santannista, general Pánfilo Barasorda y ascendido a coronel, asumiendo las jefaturas políticas y militares de aquella región. En agosto de 1855 fue proclamada en Querétaro la Revolución de Ayutla, de corte liberal, en contra del gobierno dictatorial del General Antonio López de Santa Anna, que vino a establecer la definitiva separación entre las ideas liberales y las conservadoras, ocasionando en Mejía un profundo desaliento y resentimiento, puesto que profesaba una ideología conservadora apegada a la religión católica, inculcada desde su niñez.

Siguieron algunos años de paz durante los cuales Mejía continuó su ascenso dentro del ejército: en 1849 ascendió a comandante de escuadrón, en 1854 a teniente coronel, en 1858 a general de briagda y al año siguiente de división.

En 1854 se inició una revualta, la Revolución de Ayutla, la cual iba encaminada a terminar con la dictadura de Santa Anna; pronto las tropas que apoyaban el plan dominaron el país y Santa Anna se vio obligado a huir rumbo al exilio. El gobierno quedó en manos del viejo caudillo insurgente, Don Juan Alvarez y tras su renunica en las de Ignacio Comonfort.

El Plan de Sierra Gorda

Junto con el teniente coronel José Antonio Montes Velázquez, su par en el distrito de Tolimán, proclaman a finales de ese año el Plan de la Sierra Gorda, levantándose contra el gobierno triunfante del General Juan Alvarez. En diciembre el general Ignacio Comonfort asume el cargo de Presidente interino y envía al general Luis Ghilardi a la Sierra Gorda, quién logra que Mejía y Montes depongan sus acciones militares. Sin embargo, continuaron las rebeliones al grito de "¡Religión y fueros¡" en contra de los trabajos del Congreso Constituyente y en marzo de 1856 se produjo un levantamiento encabezado por Antonio Haro y Tamariz y el general Luis G. Osollo en Puebla. Fue general del ejército imperial de Maximiliano, siendo confiable y muy valiente, cuando enfrentó a los ejércitos republicanos liberales.

Las tendencias liberales y anticlericales del nuevo gobierno no fueron bien recibidas en muchas partes del país; en Querétaro, el general José López Uraga inició una sublevación contra el Plan de Ayutla, apoderándose del poblado de Tolimán el 19 de enero de 1856. Como la ciudad de Querétaro se encontraba sin guarnición el Gobierno envió al general Luis Ghilardi a controlar a los rebeldes. Tomás Mejía, que era profundamente religioso, había apoyado en un principio la rebelión, pero dándose cuenta de la superioridad de las fuerzas del gobierno, publicó un manifiesto ofreciendo sus servicios al Gobierno y comprometiéndose a mantener la paz en la Sierra Gorda. Esto le proporcionó una momentanea tranquilidad para seguir conspirando.

La Guerra de Reforma

En 1857 Tomás Mejía, que dominaba el norte del estado, derrotó al general Arteaga y ocupó la ciudad de Querétaro. Durante el gobierno del presidente Benito Juárez, Mejía se integró al Ejército Conservador, el 13 de agosto de 1858 ocupó el cargo de Gobernador del Departamento de Querétaro. Mediante su gobierno se ganó la simpatía del pueblo de Querétaro. El 28 de agosto, a escasos días de haber asumido el gobierno, recibió la visita del general Miramón —con el que llegaría a tener una gran amistad—, quien le solicitó su apoyo para atacar al ejército del norte. Mejía, no sólo le dió el apoyo que requería, sino que 5Algunos historiadores coinciden en que Tomás Mejía nació el 17 de septiembre de 1820. 29 él mismo lo acompañó y dejó en el gobierno al general Cayetano Montoya. En esta incursión fueron derrotados y el 13 de noviembre regresó a la gubernatura; fue recibido por el pueblo con grandes muestras de entusiasmo. El 14 de marzo de 1959 en la hacienda de Calamanda, Mejía derrotó al ejército liberal al mando de Santos Degollado y obtuvo el grado de general de división y regresó al gobierno de Querétaro. En 1860 con el triunfo de los liberales, el general Arteaga recuperó el mando en Querétaro y Mejía retornó a sus actividades guerrilleras en la Sierra Gorda.

El 14 de octubre de 1856 Mejía asaltó la ciudad de Querétaro, logrando apoderarse de ella; una semana después se vio obligado a abandonar la plaza para escapar de las tropas del general Vicente Rosas Landa, enviado por el Presidente Comonfort. Después de varios enfrentamientos Mejía y Rosas Landa firmaron un convenio mediante el cual los rebeldes serían perdonados a cambio de una grantía de paz. Sin mebargo Comonfort no estuvo de acuerdo con este convenio por considerar a Mejía un constante conspirador contra el Gobierno, "sin principios políticos y capaz de implorar la proteccción del gobierno cuando se halla impotente, sin dejar por esto de seguir maquinando para volver a sublevarse, burlando sus más sagrados compromisos y traincionando a los que habn seguido su suerte"; mandó comparecer a Rosas Landa y le retiró el mando de la tropa, por lo que Mejía permaneció con sus rebeldes en la Sierra.

En diciembre de 1857, sobreviene el golpe de Estado del Presidente Ignacio Comonfort. Con el llamado Plan de Tacubaya se desconoce la Constitución de 1857 y se instaura el gobierno del General Félix Zuloaga quién el 28 de marzo de 1858 es nombrado Comandante General del territorio de Sierra Gorda. En 25 de julio del mismo año, Comandante General de Querétaro y el 18 de abril de 1859, de Guanajuato y Querétaro; Zuloaga reorganiza su ejército llamado "El Restaurador de las Garantías" y al frente de las tropas de caballería coloca a Mejía. Tendrá una destacada actuación en 1858 en los combates de Salamanca, Silao, León en Guanajuato y de Guadalajara, Jalisco, para después dirigirse a las acciones en Puerto Carretas, San Luis Potosí y en el puerto de Tampico, Tamaulipas, en mayo y junio. Estuvo presente en el combate de Ahualulco, importante porque significó la derrota del Ejército del Norte de Santiago Vidaurri, Juan Zuazua y de Ignacio Zaragoza, el cual había emergido como una fuerza decisiva en la Guerra de Reforma. Fue en esta batalla, al lado del General Miguel Miramón y del General Leonardo Márquez, donde Mejía resultó herido de gravedad y fue trasladado a Querétaro, para reponerse. Sería homenajeado en su tierra natal con la entrega de una espada en diciembre del 1858. Por su actuación en los combates de Tacubaya, en la que el general Márquez derrotó al General José Santos Degollado, Mejía recibió el ascenso a general de división, otorgado por el presidente Miguel Miramón.

En 1857 el general José María Arteaga fue elegido gobernador costitucional de Querétaro y se dio a la tarea de poner en vigor en el estado la Constitución de 1857. Mejía con sus rebeldes se apoderó de los distritos de Jalpan, Tolimán y Cadereyta, así como las poblaciones de San Juan del Río, Tequisquiapan y su propio pueblo natal, Pinal de Amoles. El gobernador Arteaga, alarmado, decretó la ciudad de Querétaro en estado de sitio y pidió ayuda al gobernandor de Guanajuato, Manuel Doblado; sin embargo no pudo evitar que Mejía atacara la ciudad el 2 de noviembre de 1857, en una lucha larga y desesperada; Arteaga contab solamente con trescientos soldados y sólo pudo defendee el Palacio de Gobierno y el Convento de San Francisco, donde situó su cuartel general. Los queretanos en general apoyaban a Mejía y se unieron a sus tropas en gran número. Arteaga fue herido y logro salvarse sólo gracias a la ayuda de un fraile que lo ocultó en su celda. Varios oficiales federales fueron hechos prisioneros, quedando la ciudad en manos de Mejía, cuyas tropas saquearon la ciudad, incluso una biblioteca recién fundada por Arteaga fue devorada por el fuego. Para estabelcer el orden Mejía nombró gobenador a Manuel Montes Navarrete, quien pronto pudo controlar la situación. Su gobierno duro solamente una semana, ya que ante la proximidad del ejército de Manuel Doblado, Mejía tuvo que dejar la ciudad. Mientras Arteaga era restaurado en el gobierno, Mejía sufrió una grave derrota en Sombrerete de donde huyó herido, seguido solamente por treinta hombres.

El Presidente Comonfort prestó juramento como Presidente Constitucional el 1 de diciembre de 1857; sin embargo el 17 de diciembre, los conservadores proclamaron el Plan de Tacubaya, desconociendo la Constitución. Comonfort, que había apoyado el golpe de estado, se vio obligado a dejar la Presidencia y huir del país. La Presidencia quedó en manos del general conservador Félix María Zuloaga, pero constitucionalmente el sustituto de Comonfort era Benito Juárez, por ocupar el cargo de Presidente de la Suprema Corte de Justicia. Juárez huyó de la capital, estableciendo su gobierno en Guanjuato primero y después en Guadalajara.

Se inició entonces en México una guerra civil que duraría tres años, y Mejía, naturalmente, se integró al Ejército Conservador y ocupó la ciudad de Querétaro el 11 de febrero de 1858; poco después, el 28 de marzo, fue nombrado comandante general del territorio de la Sierra Gorda. Pocos meses después, gracias a sus servicios prestados a la causa conservadora, Tomás Mejía se convirtió en Gobernador de Querétaro, el 13 de agosto de 1858.

El gobierno de Mejía estuvo dominado por las urgencias de la guerra. No bien hubo tomado el cargo, recibió la visita del general Miguel Miramón que preparaba un ataque contra el Ejército del Norte, comandado por el liberal Santiago Vidaurri; en esta entrevista se acordó que las tropas conservadoras destinadas a combatir a Vidaurri, se concetrarían en Querétaro, para salir rumbo a San Luis Potósí, que estaba en poder de los liberales. El Ejército Conservador salió de Querétaro el 28 de agosto, y Tomás Mejía se unió a la campaña, dejando el gobierno del estado en manos del general Cayetano Montoya.

Las tropas de Vidaurri fueron derrotadas, y los conservadores tomaron San Luis. Mejía fue herido durante una batalla y permaneció en San Luis para recuperarse. Cuando sanó, regresó a Querétaro el 13 de noviembre de 1858, siendo recibido calurosamente por la población.

El 23 de diciembre de 1858 hubo una división dentro del mismo partido conservador. Se proclamó en México el Plan de Navidad desconociendo el gobierno de Zuloaga, quedando como president eprovisional el general Manuel Robles Pezuela; Miramón, que se estaba en Jalisco, regresó a México y fue proclamado prsedente sustituto. En febrero de 1859, el nuevo Presidente decidió llevar a cabo una idea que venía madurando desde hacía unos meses: atacar Veracruz, sede del gobierno de Juárez desde mayo del año anterior. Aprovevchando que Miramón había dejado la Ciudad de México, y en una tentativa para obligarlo a abandonar el sitio de Veracruz, los liberales decidieron atacar la capital con las tropas del general Santos Degollado.

Antes de atacar la capital, las tropas liberales se reunieron cerca de Querétaro; Tomás Mejía dio aviso de inmedaito al gobernador de San Luis Potosí , Gregorio del Callejo, y le notificó que abndonaría Querétaro, al frente de sus tropas, con el propósito de reunirse con él en San Miguel Allende.

Los ejércitos liberal y conservador se enfrentaron en la Hacienda de Calamanda el 14 de marzo de 1859 resultando en una derrota para los liebrales, que apesar de todo, continuaron su avance hacia la Ciudad de México. MIramón regresó a la capital y los liberales continuaron su asedio a la ciudad, pero fueron obligados a retirarse sufriendo cuantiosas pérdidas. Mejía obtuvo el grado de general de división en esta campaña.

El 9 de mayo regresó Tomás a Querétaro, reuniendo en sus manos los gobiernos de los estados de Querétaro y Guanjuato. No ocupó el cargo por mucho tiempo pues el gobierno de Guanajuato lo dejó en manos de Francisco A. Vélez y el de Querétaro en las de Manuel María Escobar el 6 de julio de 1859.

El 13 de noviembre los ejércitos de Mejía se enfrentaron nuevamente a los de Santos Degollado en un sitio llamado Estancia de las Vacas, cerca de Querétaro, obteniendo el triunfo nuevamente los conservadores.

Al inicio del año 1860, la situación era gobernada por los conservadores, sin embargo hacia el final del año las cosas se invirtieron y los liberales comenzaron a ganar terreno; el 12 de noviembre ocuparon Querétaro y al poco tiempo el general Arteaga retomo la gobernatura del Estado, por lo que Mejía tuvo que volver a la acción guerrillera en la Sierra Gorda, mientras Miramón huía del país y Juárez se instalaba nuevamente en la Ciudad de México..

Las constantes provocaciones de Tomás Mejía hacia el gobierno liberal convencieron al Presidente Juárez de la necesidad de emprender una campaña para suprimirlo definitivamente. Mejía, mientras tanto habpia renido en Jalpa a los generales Leonardo Márquez, Ramón Méndex y Francisco A. Vélez, con el afán de combatir al gobierno liberal. Juárez envió tropas para sofocar a los rebeldes. El 7 de febrero de 1861, en Río Verde, San Luis Potosí, Tomás Mejía se enfrentó a las tropas del liberal Mariano Escobedo, siendo este último capturado, sin embargo Mejía le perdonó la vida.

A mediados de 1861 Juárez decretó la suspensión del pago de la deuda externa contraída por el gobierno de Miramón, lo cual dio pie a que Inglaterra, Francia y España, paíse con los cuales se tenía la deuda decidieran comenzar una intervención armada en México.

Ante la amenaza de una posible intervención extranjera se estableció una tregua entre los guerrilleros conservadores y las autoridades liberales. En diciembre del mismo año desembarcaron en Veracurz los representantes de dichas naciones europeas. El 10 de enero las naciones aliadas lanzaron una proclama diciendo que su presencia en tierras mexicanas se debía a la "fe de los tratados quebrantados por diversos gobiernos que se han sucedido y a la seguridad individual de nuestros compatriotas, constantemente amenzada". La reacción de Juárez ni se hizo esperar; el 25 de enero de 1862 promulgó una ley segín la cual todo aquel mexicano que prestase ayuda económica, militar o política a los invasores extranjeros, sería castigado con la muerte.

Pronto comenzaron a surgir divergencias con respecto a las pretensiones de cada una de las potencias; los españoles e ingleses, dándose cuenta de que no lograrían nada en México, entraron en conversaciones con el gobierno mexicano, representado por Manuel Doblado y firmaron el tratado de La Soledad el 19 de febrero, mediante el cual España e Inglaterra reconocían el gobierno constitucional de Juárez. El 11 de abril Juárez recibió un comunicado de los aliados, avisándole que ingleses y españoles se retiraban. Francia, en cambio tenía otras intenciones. Un grupo de conservadores mexicanos exiliados en Europa, encabezados por José María Gutiérrez de Estrada y por José Manuel Hidalgo y Esnaurrízar, habían propuesto al emperador francés, Napoleón III, el establecimiento de una monarqía en México, como única forma de gobierno para acabar con la anarquía existente. Napoleón, ávido de obtener la grandeza de su tío, el gran emperador, aceptó la idea, y se propuso como candidato al Archiduque Maximiliano de Austria. Este era el motivo por el cual las tropas frnacesas desembarcadas en Veracruz se negaron a retrarse de México y comenzaron su avance hacia el interior del país.

Mientras tanto en Querétaro, el gobernador Arteaga se dedicó a reunir fuerzas para resitir la intervención extranjera, mientras Mejía si debía seguir luchando al lado de sus aliados de siempre, los conservadores y así convertirse en aliado de la intervención. Se refugió en su pueblo natal, Pinal de Amoles, y se abstuvo de participar en cualquier combate, aunque patrocinó la publicación de un periódico llamado El Eco de la Opinión, discutiendo los sucesos de los últimos meses. Pero sus ideales eran contrarias a los conceptos liberales anticlericales. Mejía era sumamente católico y poseía una fé inmensa, por lo que en marzo de 1862 decidió colaborar con los franceses, y lo hizo amagando continuamente los distintos poblados de la Sierra de Querétaro. A mediados de junio fue descubierta una conspiración cuyo objetivo era entregar a Mejía la ciudad de Querétaro. A pesar de los porblemas que le causaba Mejía, el general Arteaga pudo reunir una tropa para mandarla a ayudar a la defensa de Puebla del ataque francés.

Pronto Mejía dejó las guerrillas, que sostuvo con el dinero enviado popr los franceses, para unirse al Ejército Imperialista. El 17 de noviembre de 1863 encabezó una avnazada contra la ciudad de Querétaro, con el propósito de abrir paso a los imperialistas. El gobernador interino, José Linares, abandonó la ciudad por no enontrarse habilitado para defenderla, lo que facilitó para Mejía la toma de la ciudad. Don Tomás permaneció al mando de la ciudad hasta el día 26 cuando llegaron las tropas del generla Douay e instalaaron a don Desiderio Samaniego en la prefectura del Estado.

Derrotado en la batalla de Silao y en Zapotlanejo

En abril de 1860 acompaña a Miramón en la campaña victoriosa de Jalisco y Colima y recibe la misión de reclutar un ejército que fuera capaz de detener la marcha del general Jesús González Ortega. Pero el 10 de agosto de 1860, junto a Miramón, lo enfrenta con su caballería y son derrotados en la famosa batalla de Silao, Guanajuato, por el general Jesús González Ortega al mando del ejército conocido como constitucionalista, con lo que se inicia el declive de los conservadores. En octubre de ese año, junto con el general Leonardo Márquez, son derrotados en Zapotlanejo, cerca de Guadalajara, Jalisco, por el general Ignacio Zaragoza. El General Tomás Mejía se refugia en la Sierra Gorda a finales de ese infortunado año. El 22 de diciembre de 1860, las tropas conservadoras al mando de Miguel Miramón, son finalmente derrotadas en San Miguel Calpulalpan, Estado de México, por el ejército popular de González Ortega, terminando así la Guerra de Reforma, la cual duró tres años.

En enero de 1861 las tropas triunfantes entran a la Ciudad de México y Benito Juárez instala el Gobierno Constitucional. Con este triunfo Miramón sale al exilio a Europa, pero otros generales persistirán en su intento por derrocar al gobierno juarista. El general Mejía baja de la sierra queretana a la llanura potosina y en Río Verde, San Luis Potosí, derrota al general Mariano Escobedo, quién al igual que el General Gerónimo Treviño, es hecho prisionero y perdonada su vida por la generosidad del vencedor. En Jalpan se le unen los generales Leonardo Márquez y Vélez, así como los coroneles Ramón Méndez y Armando Santacruz. Por su antigüedad, Márquez es reconocido como la cabeza del llamado "Ejército Libertador", que con dos mil hombres pretendía defender al ya extinto gobierno conservador. En tanto el Presidente Benito Juárez ordenó al gobernador de Guanajuato, Manuel Doblado, que acabara con el foco rebelde, por lo que inició una campaña en Jalpan el 10 de marzo de 1861, que fue la única acción exitosa de los liberales, pues después fueron derrotados en cinco escaramuzas por las tropas de Mejía, lo que hizo pensar que todavía existían posibilidades de reanimar la causa. Es así que Márquez y Mejía decidieron darle una organización y estructura política a su lucha, con el General Zuloaga como presidente de un movimiento itinerante, el cual intentaron revitalizar en Querétaro, Guanajuato, San Luis Potosí y Michoacán, entidades de fuerte raigambre católica.

El Imperio Mexicano

En 1861 Mejía participó en pocas acciones militares, entre las que podemos destacar la toma de Querétaro en mayo y la de Huichapan, Hidalgo en julio. En ese mismo mes, el gobierno juarista decretó la suspensión de pagos de la deuda exterior, lo que desembocó en una de las más graves crisis internacionales en las que se haya visto México involucrado, la cual sería aprovechada por el emperador francés Napoleón III para invadir al país a principios de 1863. Estos acontecimientos hicieron que el General Mejía, adoptara una posición de espera. No se incorporó al ejército francés que había invadido al país, pero tampoco a las fuerzas liberales que lo combatían y que a él, lo habían sentenciado a muerte. Sin otra opción, se adhiere a la intervención. Siempre sirvió en las filas conservadoras y como defensor del Imperio de Maximiliano al cual se adhirió a las filas imperiales en junio de 1863 con el general francés Frédéric Forey, quién había sustituido al general Charles Ferdinand Latrille, Conde de Lorencez después de la desastrosa derrota del 5 de mayo de 1862 en Puebla.

El 12 de junio de 1864 el nuevo Emperador Maximiliano y su esposa, la princesa Carlota de Bélgica hicieron su entrada solemne a la ciudad de México. El general Tomás Mejía estaba entre las tropas que acudieron a darles la bienvenida, y fue invitado a dirigirle al Emperador unas palabras de bienvenida a Palacio Nacional. Mejía estaba tan emocionad, que no acertó más que a murmurar "Majestad, Majestad..." Maximiliano, dándole un abrazo le dijo: "Las palabras no significan nada, pero yo sé que su corazón me pertenece". Tomás, que era sumamente religioso, humilde y fiel, jamás olvidó estas palabras. Pensaba que el Emperador era la respuesta a las plegarias de quienes deseaban dar paz a México; su nacionalidad no importaba, pues un sólo extranjero no podía atentar contra la Independencia de México y menos cuando este extranjero deseaba amar a México como a su propia patria.

Posteriormente Mejía logró dar varios triunfos a la causa imperilista y en noviembre de 1864, tras tomar la ciudad de Matamoros, recibió la felicitación de Maximiliano, quien lo nombró comandante militar de Tamaulipas.

Al poco tiempo la situación del Imperio comenzó a ser apremiante, tanto económica como militarmente. Los liberales cobraban cada vez más fuerza y el naufragio del Imperio fue inminente cuando Napoleón III decidió retirar sus tropas de México en enero de 1866. En su calidad de comandante militar de Tamaulipas, Tomás Mejía resguardaba el puerto de Matamoros, el cual se hayaba saturado de mercancias, as cuales no podían salir a otras ciudades por encontrarse los caminos saturados de guerrillas liberales. Sin embargo, la necesidad era apremiante de enviar mercancias a Monterrey, y de acuerdo con el general francés Pierre Jenningros, Mejía decidió enviar un convoy formado por doscientos carros cargados de mercancias, valuadas en dos millones de pesos. Pero el convoy fue emboscado en el paraje de Santa Gertrudis por las tropas de Mariano Escobedo y muchos mexicanos imperialistas qe escoltaban el convoy se pasaron al bando republicano y los voluntarios austriacos fueron hechos prisioneros.

Este golpe debilitó tanto a los imperilistas, que Mejía, vinedo sitiada la ciudad de Matamoros por las tropas de Escobedo, se vio obligado a entrgar la plaza, logrando huir hacia el sur, conservando sus tropas y sus armas. Se refugió por un tiempo en San Luis Potosí y finalmente volvió a Querétaro, donde se estaban concentrando las fuerzas imperialistas.

El 13 de febrero de 1867, el Emperadro Maximiliano, en un útimo intento de salvar su Imperio, se había puesto al frente de sus tropas y se dirigió también a Querétaro. Una vez concetradas las tropas imperilistas en esta ciudad, las tropas liberales, encabezadas por Mariano Escobedo sitiaron la capital queretana en los primeros dóas de marzo.

Sin embargo el primer ataque lo realizó Escobedo hasta el 14 de marzo, tomando el cerro de San Gregorio. Maximiliano, que apreciaba mucho a Mejía, lo había nombrado jefe del tercer cuerpo de su ejército, y fue comisionado para resguardar Casa Blanca, una zona al sur de la ciudad. Al mediodía del 24 de marzo, Escobedo lanzó un ataque contra Casa Blanca y la Alameda, que era defendida por Miguel Miramón, quien junto con Mejía, permiteron que las tropas enemigas se acercaran y cuando estuvieron a punto de tiro dispararon sobre ellas casi a quemarropa. El triunfo de Miramón fue instantáneo pero la caballería de Mejía dudó por un instante ante el fuego enemigo. Mejía, espoleando su caballo, avanzó solo gritando "¡Muchachos, así muere un hombre!" Animada por su heróico general la tropa lo siguió. Aquel día se lograron más de cuatrocientos prisioneros liberales.

Sin embargo, la situación de los imperialistas sitiados no tardó en volverse desesperada. Escaseaba la comida, el parque se agotaba y el agua que llegaba a la ciudad había sido contaminada por los cadáveres que arrojaban en ella los liberales. Las heridas, el tifo, el hambre y el calor acababan con los heridos y se había perdido toda esperanza de recibir auxilio exterior. Los oficiales aconsejaban a Maximiliano que lo mejor era uir, pero él se resistía pues consideraba que no había hecho lo suficiente para cumplir con su deber. Tomás Mejía aseguraba que la salvación estaba en la Sierra Gorda de Querétaro, por la cual estaba el camino abierto hacia el Golfo de México. Además los indios de la Sierra le eran fieles al general a quienes llamaban "Don Tomasito", y eran excelentes defensores de sus territorios; sólo necesitaban un jefe que los conociese para dirigirlos. Maximiliano al fin cedió y aceptó huir a través de la Sierra.

Tomás había estado enfermo en días pasados, más sin embargo se levantó para reclutar entre la población de Querétaro, entre la cual era muy popular, una guardia que portegiese la salida del Emperador y se encargarse de la defensa de la ciudad. La huída se fijó para le día 14 de mayo en la madrugada. El día 13 se celebró en el cual se decidió que la salida se retrasaría veinticuatro horas debido a la falta de tiempo de Mejía para organizar la gran cantidad de voluntarios que se habían apuntado (Hay una discrepancia en lo que afirman dos testigos presenciales del sitio de Querétaro: el doctor Samuel Basch asegura que fueron muchos, no dice cuantos, los voluntarios que reclutó Mejía, mientras que Alberto Hans, oficila austriaco del ejército imperial, expresa que Mejía sólo reunió unos cuantos centenares de hombres).

Alianza con el ejército francés invasor y campañas militares

En 1862 Mejía decidió colaborar con los franceses, en 1864 se unió al ejército imperialista, Maximiliano lo nombró comandante militar de Tamaulipas; después de varios triunfos, el emperador lo nombró jefe del tercer cuerpo de su ejército. Sin embargo, los días del Segundo Imperio estaban contados, el ejército republicano fue recuperando poco a poco el territorio del país.

Y cuando el ejército francés dominaba gran parte del país, dado que él no estaba muy convencido de luchar junto al ejército invasor francés, aunque finalmente lo hizo. A través del general Juan Nepomuceno Almonte , conoce al general Elías Forey en la Ciudad de México. Ese año participa en diversos combates en el Bajío y en Dolores Hidalgo lanza una proclama en la que intenta justificar por que se ha adherido a los franceses, pensando, todavía, que la invasión no pretendía apoderarse de México, que sería de corta duración y que la presencia de Maximiliano liberaría al país de ella. En diciembre de 1863 derrota al General Miguel Negrete en San Luis Potosí, apoderándose de la población. En junio de 1864 es invitado a la Ciudad de México para recibir del emperador Maximiliano el grado de Gran Cruz de la Orden del Águila Mexicana. Ahí habla en nombre del ejército mexicano. Pocos días después regresa al frente de guerra, en donde sostuvo muchos combates en el norte del país, pero en Matehuala, San Luis Potosí, en donde recibe la orden de marchar a Matamoros, Tamaulipas, en la frontera con Estados Unidos, sitio que se había convertido en una plaza estratégica tanto para el Imperio como para los Republicanos y la cual ocupó a finales de ese año. El ejército imperial entraron por Bagdad, el puerto marítimo de Matamoros al que atacaron el 22 de agosto de 1864. Matamoros a 50 kilométros de su puerto, estaba defendido por el general Juan N. Cortina, quién al ver la fuerza de los invasores, entrega la plaza al General Mejía, quién la ocupa el 26 de septiembre de 1864. En ese tiempo se vivían los efectos de la Guerra Civil estadounidense de 1861 a 1865. Los confederados tenían inmensas plantaciones de algodón y lo exportaban por dicho puerto marítimo y fronterizo, dado que Abraham Lincoln tenía copados sus puertos en Estados Unidos, dejando esta actividad grandes ganancias al puerto de Matamoros, razón por lo que los imperialistas franceses le pusieron mucha atención a la defensa de la ciudad. Mejía mejoró los tres fuertes de la ciudad y rerorzó el bordo de tierra que la rodeaba, terminando los fortines hechos de ladrillo y madera, ubicados en posiciones estratégicas a lo largo de esa muralla de defensa. Hizo lo mismo con los fortines que había en las entradas de la ciudad, la salida a Monterrey, Nuevo León; la salida al mar y la que iba al interior del estado. En 1865 los republicanos intentaron tomar la ciudad dos veces sin lograrlo. Primero lo intentó el general Miguel Negrete. La otra ocasión fue en octubre de ese año y quién lo intento fue Mariano Escobedo con ayuda de Servando Canales Molano y Juan N. Cortina. En 1865 en el mes de abril, rechaza los ataques del General Negrete y en octubre del General Mariano Escobedo. En 1865, Tomas Mejia logró terminar de construir completamente el fuerte Casamata, el cual fue el dispositivo de defensa de Matamoros, Tamaulipas y su construccion ya se habia hecho un año antes por Juan N. Cortina. Las batallas en esa región continuaron hasta la derrota en Santa Gertrudis, en Camargo Tamaulipas, en junio de 1866, a un convoy comercial del ejército imperial, custodiado por franceses. Ese golpe fue decisivo para que Mejía. Se logró una capitulación honrosa en Matamoros, frente a las tropas republicanas del General Mariano Escobedo. En Cuernavaca, Maximiliano recibió las funestas noticias de lo ocurrido en Santa Gertrudis, junto a la insistencia de Napoleón III de regresar el ejército francés a Europa. Mejía regresa a San Luis Potosí, en donde es testigo de la retirada de los franceses hacia la Ciudad de México. El 20 de octubre de 1866 fue comisionado por el emperador Maximiliano, para formar una división de 10,000 hombres, llamada el tercer grupo y destinada a recuperar las plazas de Saltillo, Monterrey, San Luis Potosí, Zacatecas, Nuevo León y Matamoros, un proyecto ideado fuera de la realidad que vivía el país y que estaban en poder de los republicanos. Con el avance incontenible de los republicanos en enero de 1867, el General Mariano Escobedo ocupa San Luis Potosí con su poderoso ejército y Tomás Mejía es obligado a retirarse hasta la ciudad de Querétaro, adonde llega enfermo y agotado días despúes. Mejía se encontraba en Querétaro a la llegada de Maximiliano y concurrió a todas las operaciones de la defensa de la plaza, siempre distinguiéndose por su arrojo, valentía y valor. El sitio de Querétaro terminaría el 15 de mayo de 1867 con la detención del malogrado emperador Maximiliano y de sus generales Miguel Miramón y Tomás Mejía.

Captura y fusilamiento

Fusilamiento de Maximiliano, Miguel Miramón y Tomás Mejía en el Cerro de las Campanas. (Édouard Manet).

Finalmente, el 15 de mayo de 1867, al romper el sitio de Querétaro y ser derrotado Maximiliano, el general Tomás Mejía fue hecho prisionero, y el 13 de junio fue juzgado en el teatro Iturbide junto con el emperador derrocado (quien no asistió por estar enfermo del estómago) y con su amigo, el general Miramón. En una de sus campañas hizo prisionero al general Mariano Escobedo, y lo retuvo por varios meses en Arroyo Seco. Cuando lo liberó, le dio unas monedas de oro para que se fuera a encontrar a sus compañeros liberales. Años después, estando Mejía prisionero y próximo a ser fusilado, Escobedo le quiso devolver el favor, pero Mejía no aceptó.

Comandante de la Caballería del Imperio, fue capturado tras la entrega de La Cruz y juzgado por un Consejo de Guerra, siendo condenado a muerte. Fue fusilado junto con el General Miguel Miramón y el Emperador Maximiliano I de México en el Cerro de las Campanas, Querétaro, el día miércoles 19 de junio de 1867 vistiendo de negro, colocando bajo el chaleco la banda de General de División obtenido por méritos en las campañas militares a favor del Imperio.

La huída no se llevó a cabo; el reteraso de veinticuatro horas fue fatal, pues en la madrugada del día 15 de mayo, el coronel imperilalista Miguel López condujo a las tropas republicanas hasta el cuartel general de maximiliano, el Convento de la Cruz y entregó el sitio. Al enterarse de que el convento había sido tomado por el enemigo, el Emperador salió caminando, dádole paso libre el cronel republicano Rincón Gallardo, y se diriigió por su propio pie hasta el Cerro de las Campanas, a donde llegó casi al amanecer y en donde encontró ya reunidos a gran parte de sus oficiales, entre ellos a Mejía. Al darse cuenta de que las tropas imperiales se habían reunido en el Cerro, los republicanos abrieron sobre ellas un vivo fuego de artillería. En medio del cañoneo Maximiliano preguntó a Mejía si creía que fuese posible pasar. El general le respondió que era imposible, pero que si el Emperador así lo quería, él lo podía intentar. "En cuanto a mí, declaró Mejía, estoy dispuesto a morir". Maximiliano decidió rendirse y enarbolar la bandera blanca; él y todos los oficiales que con e´e se hallaban, incluido Mejía fueron hechos prisoneros.

Maximiliano, Miramón y Mejía fueron conducidos al Convento de la Cruz, que les serviría de prisión;. alguunos días más tarde fueron trasladados al Convento de Teresitas y por último al de Capuchinas. El Presidente Juárez decidió que los tres fueran juzgados de acuerdo a la ley que él mismo promulgó el 25 de enero de 1862, que condenaba a muerte a todo aquel que prestara ayuda a la intervención extranjera. Fueron juzgados en el Teatro Iturbide de Querétaro, hoy Teatro Juárez, y Tomás Mejía fue defendido por el licenciado Próspero C. Vega. Los tres reos fueron condenados a muerte.

Las esposas de Miramón y Mejía hicieron vanos intentos ante Juárez, que estaba en San Luis Potosí, para salvar a sus esposos y al Emperador. Agustina de Mejía estaba embarazada y la acometieron los de parto en el camino entre San Luis y Querétaro. Dio a luz en una hacienda a la una de la mañana, reanudando su viaje a Querétaro al amanecer. Mientras su mujer daba a a luz, Tomás Mejía, en su celda del Convento de las Capuchinas, recibía la visita de Mariano Escobedo. Escobedo recordaba aún la ocasión en Río Verde cuando Mejía le perdonó la vida y quería recompensarlo, por lo que le propuso dejarlo escapar. Mejía preguntó si el Emperador y Miramón serían también salvados. Ante la negativa de Escobedo, Mejía le respondió que entonces él moriría también junto a su soberano.

Seis largos días después del jucio, el 19 de junio fueron fusilados en el Cerro de las Campanas. El día 19 de junio de 1867 amaneció con un sol resplandeciente en el cielo que lucía un azul intenso, sin una sola nube. A las seis y media de la mañana los tres prisioneros fueron escoltados por la tropa del coronel Palacios hasta tres coches que los aguardaban. Tomás Mejía subió al segundo de ellos acompañado de los sacerdotes Jesús María Ochoa y José Francisco Figueroa. El cortejo emprendió la marcha a través de las solitarias calles de Querétaro hacia el Cerro de las Campanas donde los prisioneros serían ejecutados; al final del cortejo caminaban unos hombres llevando a cuestas tres ataúdes negros y tres curces también negras. Detrás de los carruajes solozaba una mujer con un niño recién nacido en brazos; era Agustina de Mejía. La joven madre trató de agarrarse del carruaje que conducía a su marido, pero las bayonetas de los soldados se lo impidieron.

A las siete y cinco de la mañana del 19 de junio de 1867, en el Cerro de las Campanas en Querétaro, Maximiliano, Miramón y Mejía fueron fusilados por un pelotón de soldados republicanos del ejército del general Mariano Escobedo.

Cuando llegaron al Cerro de las Campanas, los tres prisioneros bajaron de sus respectivos coches. Mejía lo hizo abrazando un crucifijo, habiéndole obsequiado previamente su sombrero al padre Figueroa. Los tres hombres fueron colocados frente a una barda de adobe, levantado expreso para la ejecución. Maximiliano iba enmedio de los dos generales, pero le cedió su lugar de honor a Mirmamón. A Mejía le dijo:

"General, lo que no es compensado en la Tierra lo será en el Cielo".

Maximiliano hizo votos por que su sangre sirviera a la independencia y a la libertad de México, Miramón leyó un extenso discurso en el que negaba ser traidor a la patria. A continuación, las últimas palabras que dirigió Miramón a las tropas liberales antes de ser pasado por las armas:

Mexicanos: en el Consejo, mis defensores quisieron salvar mi vida; aquí pronto a perderla, y cuando voy a comparecer delante de Dios, protesto contra la mancha de traidor que se ha querido arrojarme para cubrir mi sacrificio. Muero inocente de ese crimen, y perdono a sus autores, esperando que Dios me perdone, y que mis compatriotas aparten tan fea mancha de mis hijos, haciéndome justicia. ¡Viva México!

Miramón momentos antes de ser fusilado, 19 de junio de 1867

Mejía murió sin decir nada después de besar su crucifijo fue el único de los condenados a muerte, que miró fijamente a los soldados integrantes del pelotón de fusilamiento, permaneciendo en silencio, como queriendo expresar con su actitud el orgullo de todo lo que había emprendido y llevado a cabo durante su vida. El murió sin decir nada después de besar su crucifijo.

Momentos antes de ser ejecutado, Mejía exclamó "¡Virgen santa!" y apartó de su pecho el crucifijo con la mano derecha. Se oyó la orden de "preparen, apunten ¡fuego! y los tres hombres, Maximiliano y sus fieles generales Miramón y Tomás Mejía, cayeron al suelo sin vida. Su cuerpo fue enterrado en la Ciudad de México.

Referencias

  • Moreno, Daniel, El sitio de Querétaro
  • Smith, Gene: Maximiliano y Carlota
  • Rivera Cambas, Manuel: Historia de la intervención europea y norteamericana en México y del Imperio de Maximiliano de Habsburgo
  • A.S.D.N. - Cancelados.XI/111/1-129
  • Pérez Rincón, Gallardo Gonzalo: "General Tomás Mejía, el más leal del Imperio de Maximiliano". Relatos e historia de México, pag 52 a 59. Julio 2013.

Enlaces externos

Referencias

  1. Relatos e historias en México issn 2002-0616 pagina 10 junio de 2015.

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