Pensamiento alternativo

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Arturo Roig y Hugo Biagini. Primer Congreso Iberoamericano de Filosofía. Cáceres, España, 1998

La expresión "pensamiento alternativo" alude a un discurso crítico y liberador, de orientación latinoamericanista y humanista. Surge como forma de protesta y resistencia contra toda justificación teórica e ideológica de la globalización neoliberal. Se plantea como un derecho humano y un saber de esperanza lexicográficamente organizado. Su glosario afirma el ejercicio de la subjetividad y de la utopía, el valor de los principios y la rectitud de los procedimientos, la importancia de la equidad ante modelos posesivos y depredadores, la búsqueda de una auténtica organización democrática, la urgencia en avanzar hacia legítimos procesos de integración regional y la necesidad de impulsar otras vías de mundialización.

Dado el alcance de su circulación internacional y los colaboradores efectivos con los que cuenta, el proyecto del pensamiento alternativo viene a simbolizar otro gran lenguaje teórico del Sur, junto a distintas manifestaciones recientes como la Teología de la Liberación, la Teoría de la Dependencia, la Pedagogía del oprimido y el Grupo modernidad/colonialidad. Entre los expositores que han contribuido a desarrollar esta variante del conocimiento y de la acción, se encuentran los filósofos argentinos Arturo Andrés Roig y Hugo Biagini, por un lado, y sociólogos como Pablo González Casanova o Boaventura de Sousa Santos, por el otro.

Origen

El pensamiento alternativo responde a una filosofía de la emergencia social formulada originalmente por uno de sus padres fundadores, Arturo Roig. El Pensamiento Alternativo plantea una mirada de reconocimiento, no desde el discurso vigente opresor, sino desde un discurso que pretende ser liberador. En tal modo, se opone necesariamente al desconocimento de la voz del otro. Pues lo alternativo se propone mirando al otro, conversando con el otro. Con esta raíz moral en la alteridad, lo alternativo propicia un tipo de pensamiento que implica un acto de libertad. Por ello impulsa acciones de liberación y autonomía capaces de transformar la realidad pre-dada. En consecuencia, el pensamiento alternativo ve a la historia como un proceso en movimiento. De manera que lo alternativo de hoy puede ser superado por lo alternativo de mañana, en función de la comunicación con el otro, de sus necesidades y las propias.

El programa del pensamiento alternativo evalúa constantemente en qué medida su propuesta es completamente utópica, o en qué medida lo utópico puede ser realidad. Por ello propone una dialéctica inmanente entre imaginación utópica y realidad posible. Siempre trata de construir una filosofía del futuro, de la esperanza y la utopía. Aquí lo utópico funciona como uno de los elementos básicos con los que se construye lo alternativo. La esperanza es afirmada como principio fundamental de impulso social y como motivación radical de la actividad política procedente de los sectores socialmente marginados por el capitalismo neoliberal. Esto requiere demostrar que las necesidades no se definen en el mercado, sino en el seno de la realidad social, cuyo horizonte normativo lo traza su ideal regulativo: la dignidad humana.

La filosofía de la emergencia sostiene que la dignidad humana implica el reconocimiento del otro como ser humano total, y propone una equiparación de los seres humanos en función de los derechos. Bajo esta luz, la realización de derechos impulsa lo alternativo en tanto filosofía de la esperanza y de la utopía. Es por ello que Arturo Roig parte de la “definición de pensamiento alternativo como discurso apoyado en la esperanza”, a la que considera “como principio clasificador o categorizador”, pues aquélla proporciona “un contenido semántico capital para la definición de lo alternativo”.[1]

La primera ministra británica Margaret Thatcher, cuando impuso las leyes desreguladoras del neoliberalismo en su país, respondió a las voces de protesta con la frase: “No hay alternativa”. Pero el neoliberalismo no aplicó únicamente un único modelo económico como sistema de validez absoluta, sino una filosofía única que lo sostenía, basada en los presupuestos de la “muerte de las ideologías” y del “fin de la historia”. Suplantaba así la idea de un sujeto emancipatorio de la modernidad por el retorno triunfal de la smithiana “mano invisible” del mercado, instalando el ethos del capital en el centro de toda morada humana posible. Frente a esta filosofía única, sin embargo, Arturo Roig sostiene que las filosofías alternativas siguen vivas, y enseña que las “alternativas, que para los tiranos y los dogmáticos son heterodoxias o heréticas, constituyen para nosotros expresión de las inagotables exigencias de la vida humana en su cambiante y a veces imprevisto devenir”, por lo que, respecto a “a la situación histórica que viven los pueblos, el pensar alternativo es un derecho”, esto es: el derecho a ejercer “un pensar alternativo, con la mayor seguridad posible, con el máximo rigor de que seamos capaces, sin olvidar las raíces desde las cuales nos ponemos a ‘alternativizar’ según nos lo imponen las condiciones históricas que vivimos”. [2]

Caracteres

El concepto de lo alternativo se organiza sobre las posibilidades de la realidad concreta, en una tarea de oposición a lo negativo y de rescate de lo positivo. Las alternativas expresan el universo de los valores, que se configura de un modo dual, pues en el campo axiológico, a un valor siempre se le opone un antivalor. De este modo se puede establecer una serie de lemas antitéticos: “política de reconocimiento del otro” vs. “ideología del provecho y el interés”; “principio propiamente democrático y de soberanía popular” vs. “plutocracia y neoautoritarismo”; “Estado providente, asistencial o regulador” vs. “Estado gendarme y abstencionista”; “ética de la solidaridad” vs. “individualismo atomista”; “economía social al servicio de las necesidades humanas” vs. “economía de mercado basada en la concentración de la riqueza y los ajustes salariales”; “política exterior no alineada” vs. “neodarwinismo de la sujeción financiera y política”; “respeto a la naturaleza y a sus recursos” vs. “contaminación y devastación del medio ambiente”.

Pese a este carácter dicotómico de base, sin embargo las alternativas nunca se dan en una única dirección, sino en múltiples tendencias, a veces contradictorias entre sí, puesto que surgen del conflicto entre distintos sectores y grupos sociales, con sus respectivos discursos epocales y tradiciones éticas. De lo que se trata es de construir un “régimen alternativo-utópico”. Arturo Andrés Roig y Hugo Biagini afirman que el pensamiento alternativo “se halla vinculado a una cultura de la resistencia donde grandes luchadores sociales, guiados por un pensamiento emancipador, han sostenido una serie de instancias que todavía siguen en pie como desafíos fundamentales para la urdimbre de nuevas utopías y la plasmación de nuestra identidad”.[3]

No obstante distinguir valores de antivalores, el pensamiento alternativo rechaza todo reduccionismo binario en su búsqueda de opciones sociopolíticas transformadoras. Su programa coincide con el científico social mexicano Pablo González Casanova, quien considera que el “debate sobre las alternativas se ve obligado a superar las propuestas maniqueas como ‘reforma o revolución’, ´lucha pacífica o ‘lucha violenta’, ‘participación en el poder del Estado’ o ‘toma del poder del Estado’, 'estatismo o ‘sociedad civil' ”, pues el “proyecto alternativo plantea en todo momento, de una manera aún incipiente, las simpatías y diferencias de 'un movimiento hecho de muchos movimientos' ”.[4] Por ende, el Pensamiento Alternativo admite que a la hora de pensar la emergencia de una alternativa histórica hecha de muchas alternativas, ésta resulta “inconcebible a escala mundial sin una cultura universal de la tolerancia, del respeto al pluralismo religioso, ideológico, cultural, así como a las distintas razas, a los géneros, a las preferencias sexuales, a los espacios laicos, a los pensamientos críticos, a la equidad y la justicia social y a las variadas formas de la autonomía y la soberanía de las naciones y los pueblos”.[5]

Como espacio de producción de conocimiento, el Pensamiento Alternativo proviene del ámbito de la institución académica, pero desde una mirada renovadora que también repercute sobre la misma institución que investiga. El nivel académico científico del texto no impide que se trate de un texto comprometido. El Pensamiento Alternativo preconiza que los intelectuales deben asumir su responsabilidad cívica, denunciando los males pero también reafirmando lo positivo. El Pensamiento Alternativo revela otra racionalidad, procedente de los productos no letrados y de los espacios periféricos. Procura pensar los cambios que puede generar una filosofía centrada en la dignidad humana, clave de su mirada pedagógica. Promueve una educación humanizadora que enseñe la moralidad de la protesta, y que el consumismo nos consume. En su política del discurso, el Pensamiento Alternativo reconoce que el modo de escritura ensayístico habilita un contexto interdisciplinario e intergenérico del saber, en el cual llega a primar el lector sobre el autor, la comunidad de recepción sobre el yo textual.

Exponentes

Entre los principales inspiradores del incipiente marco teórico del Pensamiento Alternativo figura el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, quien sostiene que “no necesitamos de alternativas sino de un pensamiento alternativo de alternativas”.[6]

Hugo Biagini asume algunos de los lineamientos fundamentales trazados por Boaventura de Sousa Santos con relación al pensamiento occidental de la modernidad capitalista hegemónica, cuestionados en función de su cultura eurocéntrica, negadora de la diversidad inagotable de los saberes mundiales. Las categorías excluyentes del occidentalismo hegemónico son descriptas por Hugo Biagini a partir de un conjunto de rasgos básicos: epistemología que escinde y separa (cultura-naturaleza, civilización-barbarie, conocimiento-ignorancia); razón perezosa que reduce la realidad a lo existente; ciencia competitiva con trasfondo darwiniano; ego cogito igual a ego conquiro (invasor que cosifica al otro); desarrollo capitalista y globalización neoliberal (despolitizadores); derechos humanos problemáticamente universalizables; partidos políticos como únicas variantes institucionales legítimas; sociedades formalmente representativas y socialmente fascistas (anti-marginales); racismo, sexismo, consumismo. Estas categorías operan desde una concepción monocultural, debido a que: sólo admiten el supuesto de un único saber y rigor científico, rechazando cualquier otro modus cognoscendi; manejan un tiempo histórico lineal como el de la creencia en el progreso; dicotomizan las diferencias hombre-mujer, blanco-negro-indígena, rural-urbano, izquierda-derecha; enfatizan criterios productivos como la superexplotación de la tierra y la negación de la posesión campesina; reducen las universidades a sociedades mercantilizadas.

Contrarrestar estas fuerzas epistemológicas y políticas con el objeto de crear nuevas alternativas en el campo del saber y en el mundo de la praxis, exige encarar una serie de desafíos, tales como: reinventar la emancipación social y crear subjetividades reales; avanzar sobre las prácticas progresistas de los últimos 25 años; respetar por principio las luchas identitarias; aquilatar los aportes indígenas a la biodiversidad y a la biotecnología; revalorizar la epistemología feminista para el ideario de la cooperación; encarar el interconocimiento como una nueva posibilidad hermenéutica y epistemológica; refundar otro Estado (plurinacional) y una utopía viable como la de la “democracia (socialista) sin fin”.

De acuerdo con Hugo Biagini, fuentes “inspiradoras como las que emanan de Bolívar, el joven Alberdi o José Martí afirman nuestra propia realidad americana, mientras una sucesión de manifestaciones desmentirán la imagen de rezago periférico con la cual se nos ha embretado, para destacar en cambio la originalidad y creatividad en juego, tal como aparecen en literatura, con el modernismo y el realismo mágico; en educación, con la Reforma universitaria y la pedagogía de la liberación; en filosofía y religión, con la filosofía y la teología de la liberación, o en política, con las actuales variantes populistas y neoizquierdistas –canalizadas mediante acciones gubernativas y movimientos civiles”, puesto que esta “última inflexión viene a trastocar los tradicionales factores de poder, centrados en el protagonismo de las élites, los notables y los empleadores, para exaltar primeramente a los agentes sociales como portaestandartes del cambio, hasta incidir en el nuevo enrolamiento que reflejan las figuras presidenciales: trabajadores como Lula Da Silva, mujeres de la resistencia contra la dictadura (Cristina Kirchner y Dilma Roussef), sacerdotes tercermundistas (Fernando Lugo), guerrilleros (Fidel Castro y Daniel Ortega), militares de inclinación socialista (Hugo Chávez), líderes indígenas (Evo Morales)”. De todo ello Hugo Biagini infiere “que América Latina, además de constituir una fuente de sueños, utopías, ideales y propuestas alternativas, ha pasado también a encarnar un continente de realizaciones sociales y nacionales”.[7]

Efectividades

En la esfera pública, el Pensamiento Alternativo se vincula a un conjunto amplio de organizaciones políticas y redes sociales, reconocibles por el perfil común de su propuesta “alterglobalizadora”. Hugo Biagini explica que la noción de alterglobalización alude a “la existencia de proyectos, sujetos y espacios alternativos o al surgimiento de organizaciones alternativas o a la necesidad de promover alternativas no conservadoras o una modernización alternativa”, las cuales suponen “rearmes categoriales y resignificaciones que permitan neutralizar el adoctrinamiento capitalista y lo políticamente correcto para recrear utopías y sustantivar la democracia”.[8]

Desde este punto de vista, Hugo Biagini sitúa el programa del Pensamiento Alternativo “en su doble dimensión teórico-práctica y en sus diversas gradaciones o estadios procesistas: descontento, reformismo, mutaciones profundas”, y advierte que “por el momento pesa más en el llamado mundo occidental la primera de estas dimensiones –el descontento- sobre las instancias restantes –el camino evolutivo o disruptivo-, mientras que Nuestramérica parece atravesada por una serie de transformaciones que pueden llegar a alcanzar el rango de estructurales”.

Así, el enfoque alternativo pregona un pensamiento emergente, ensamblador, solidario, pluriétnico, autogestionario, integrador, emancipador, libertario, propio de los movimientos de campesinos, indígenas, ONGs, trabajadores, ecologistas, que alcanzó su mayor expresión en el Foro Social Mundial, sintetizándose en el lema de su segunda edición: “Otro mundo sin guerras es posible”.

En esta misma postura converge el llamado Corredor de las Ideas del Cono Sur, conformado en torno a una consigna que desde un principio convocaba a la reflexión situada y comprometida: “Alternativas a la globalización en el marco de la integración”. Según Marcelo Velarde, la “preocupación intelectual por la alteridad, en toda la amplitud y complejidad humana de sus aspectos concretos, es justamente lo que condujo al nacimiento del Corredor de las Ideas –y efectivamente antes de que concluyera el siglo XX- constituyendo un signo distintivo del pensamiento alternativo latinoamericano”.[9]

Referencias

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Enlaces externos

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-118918-2009-01-26.html

http://edant.revistaenie.clarin.com/notas/2009/03/21/_-01881421.htm

http://bdigital.uncu.edu.ar/objetos_digitales/3721/vignalecuyo-25-26.pdf

http://www.pacarinadelsur.com/home/figuras-e-ideas/1130-pensamiento-alternativo-lexico-de-disidencia-y-modus-cognoscendi-libertario

http://www.lemondediplomatique.cl/El-aporte-del-pensamiento.html

https://seminar580.wordpress.com/2015/04/22/hello-world/

http://letras-uruguay.espaciolatino.com/nicolon_ricardo/un_ejercicio_de_pensamiento.htm

http://eial.tau.ac.il/index.php/eial/article/view/367

http://www.aecid.es/galerias/descargas/revistas/sumarioPDF/casa-254-2009.pdf

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2354072

http://www.voltairenet.org/article157974.html

http://www.cecies.org/