Colección de pintura italiana en el Museo del Prado

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Una de las salas de Tiziano en el Museo del Prado. En ella se pueden contemplar Danáe recibiendo la lluvia dorada y Venus y Adonis, entre otros cuadros del autor veneciano.

La colección de pintura italiana es la segunda escuela en importancia y número de obras en el Museo del Prado, después de la española. El dominio que España ejerció en Italia durante los siglos de la monarquía hispánica propició que muchas obras maestras del arte italiano llegasen a las colecciones reales. Durante el reinado de Isabel I hubo un marcado gusto flamenco, lo que impidió la concentración de obras de arte italiano en manos españolas. Tiziano fue el primer pintor que recibió encargos directos de Carlos I y Felipe II. Otros pintores de la misma generación y la misma escuela que Tiziano son Tintoretto y El Veronés. Se adquierieron, por medio de Velázquez, varias obras de Rafael y Andrea del Sarto. Con la Guerra de Sucesión España pierde su influencia en Italia, pero en la década de 1730 las gestiones de Isabel de Farnesio, esposa de Felipe V de Borbón, logra convertir a su hijo mayor en Carlos VII de Nápoles. Casi tres décadas después, en 1759, asumió el trono español y llevó consigo muchas obras que consiguió en Italia, de Caravaggio, Correggio y varios exponentes de las escuelas renacentistas. Con ello consiguió aumentar a más del doble el conjunto de pinturas italianas en España, pues ya Isabel de Farnesio y Fernando VI habían patrocinado a muchos pintores italianos asentados en España, como Amiconi y Tiépolo. Con Carlos IV se incrementó la colección de Rafael, pero durante los reinados de Fernando VII e Isabel II no hubo adquisiciones importantes de arte italiano. Será hasta el siglo XX cuando las donaciones —las de pintura italiana fueron las más importantes que recibió el Museo— convirtieron a la pinacoteca en una de las más importantes en cuestiones de pintura italiana en el mundo.[1]

Siglos XV y XVI

Caída de Cristo en el camino del Calvario, por Rafael. Es una de las obras más conocidas del italiano en el Prado.

Los principales protagonistas de la pintura de estos siglos son Giotto y sus discípulos, pues su obra hubo de influir a la mayoría de los artistas italianos hasta el siglo XV. Dos de sus alumnos de los que el Prado tiene pinturas son Tadeo Gaddi y Francisco Traini.[2] Ya entrada la segunda mitad del siglo XV, surgió en Italia una nueva forma de pintar, encabezada por Fra Angelico (La Anunciación) y Sandro Botticelli (La historia de Nastagio degli Onesti). La escuela de Padua también tiene sus representantes en Antonello da Messina (Cristo muerto sostenido por un ángel) y Andrea Mantegna (Tránsito de la Virgen).[3]

En el siglo XVI la primer figura dominante del arte italiano fue Rafael Sanzio, que está representado en el Museo por obras como La virgen del pez, Retrato de un cardenal, La sagrada familia del cordero y Caída de Cristo en el camino del Calvario.[4] Pronto se impuso el manierismo, escuela de la que destaca el ya citado Mantegna. Junto a él llegaron a España, y a la postre al Prado, varios exponentes del manierismo como Bronzino y Antonio Allegri da Correggio. De este último destaca su obra Noli me tangere.[5]

Tiziano es la figura más destacada de la Escuela Veneciana que trabajó en España. Pintor de cámara de Carlos I y Felipe II, fue retratista de la familia real española desde sus inicios (véase el Retrato de Isabel de Portugal o el de Carlos I sentado).[6] Su obra se centra, principalmente, en temas mitológicos (Dánae recibiendo la lluvia de oro), religiosos (Santo entierro) y de nuevo retratos (Carlos V a caballo en Mühlberg).El otro exponente de la escuela veneciana en España es Paolo Caliari, El veronés, quien destaca por sus frescos y pinturas de gran tamaño (Venus y Adonis, Moisés salvado de las aguas del Nilo).[7] Junto a ellos se exponen algunas obras de Tintoretto que, si bien no son tan numerosas, sí son algunas de las más célebres, como El lavatorio.[8]

Siglo XVII

David y Goliat, de Caravaggio. Esta pintura es la única hecha por el pintor que se conserva en el Prado.

La pintura veneciana tuvo también influencia durante los albores del siglo XVII. La familia Bassano se especializó en la pintura de género y en el naturalismo. El taller fue fundado por el padre, Jacopo. Sus hijos Leandro y Francesco continuaron su obra.[9][10][11]

Caravaggio es uno de los mayores exponentes del arte italiano de todos los tiempos. Aunque no se conservan muchas obras suyas en España —apenas dos: una en el Palacio de Oriente y otra en el Prado—, su figura ha sido objeto de estudio para los museógrafos españoles. El Museo del Prado conserva David y Goliat, donde se muestra al guerrero vencedor con la cabeza de su adversario —de nuevo, un cuadro tenebrista.[12] Uno de sus discípulos fue Orazio Gentileschi, padre de Artemisia, y de quien el Prado conserva su obra Moisés rescatado de las aguas del Nilo.[13]

La Escuela de Bolonia se impuso y sustituyó a la veneciana y a la caravaggiesca. El máximo representante y fundador de la escuela es Annibale Carracci (Venus, Adonis y Cupido). Dos de sus discípulos fueron su hermano Agostino y Domenico Zampieri.[14] Guercino siguió el estilo de Carracci y pintó cuadros conservados en el Museo como Susana y los viejos, San Agustín meditando sobre la Trinidad, Magdalena penitente y San Pedro liberado por un ángel.[15] Guido Reni fue otro pintor de la época del que parte de su obra está conservada en el Prado. La obra de Reni es más clásica y mitológica que la de los maestros antes citados. Entre sus obras expuestas en el Prado está Atalanta e Hipómenes.[16]

La inmaculada concepción, de Tiepolo. Es una de las obras más conocidas del autor y de las más visitadas en el Museo. Se encuentra en la sala de pintura dieciochesca.

El último pintor italiano del siglo XVII del que el Museo del Prado conserva obras es el napolitano Luca Giordano —cuyo nombre sería castellanizado como Lucas Jordán—, quien desarrolló su obra durante el reinado de Carlos II. Giordano decoró la Iglesia de San Jerónimo el Real y trabajó en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Su amistad con José de Ribera le llevó a trabar contactos de trabajo con la segunda mujer de Carlos II, Mariana de Neoburgo. Entre sus pinturas almacenadas en el Prado están El sueño de Salomón, Rubens pintando una alegoría de la Paz, Retrato ecuestre de Carlos II y Mariana de Neoburgo a caballo.[17]

Siglo XVIII

Isabel de Farnesio y su hijo Carlos III son los principales artífices de la colección italiana del siglo XVIII. La primera fue nativa de Parma, y se rodeó de artistas italianos como Corrado Giaquinto y Jacopo Amiconi y los músicos Domingo Escarlati y Farinelli.[18] Carlos fue rey de Nápoles, y trajo a España varias obras que pintores como Francesco Battaglioli y Antonio Joli hicieron a su familia.[19][20] Del primero se conserva Vista del Palacio de Aranjuez y de Joli Embarco de Carlos III en Nápoles. Destacan también los cuadros de Giovanni Pannini, que pintó las por entonces recién descubiertas ruinas de Pompeya.[21] Por esa época se incrementaron también los retratos de visitantes extranjeros.

La obra de Corrado Giaquinto fue una de las más destacadas en el arte italiano dieciochesco. En España realizó frescos para el Palacio Real de Madrid, por orden de Fernando VI. En el Museo del Prado se conservan sus bocetos para El triunfo de la Religión y de la Iglesia y El nacimiento del Sol y el triunfo de Baco. Otro cuadro que realizó fue La oración del huerto.[22]

Giambattista Tiepolo fue contemporáneo de Giaquinto y, conjuntamente con éste, ejerció una fuerte influencia sobre la obra de Francisco de Goya. Conoció la vida y obra de Tiziano y Tintoretto, y fue llamado a España por Carlos III en 1761. Colaboró en las obras del Palacio Real y se desempeñó también como retratista. Su cuadro más famoso es La inmaculada concepción, además de Abraham y los tres ángeles y varios lienzos que realizó para una iglesia en Aranjuez.[23]

Notas

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Bibliografía

  • BUENDÍA, José Rogelio: El Prado, colecciones de pintura. Bonn, Alemania, Editorial Lunwerg. ISBN 84-7782-694-3.
  • CIRLOT, Lourdes (dir.):, Museo del Prado I y II, Col. «Museos del Mundo», Tomos 6 y 7, Espasa, 2007. ISBN 978-84-674-3810-9.