Colección de pintura española en el Museo del Prado

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Santo Domingo presidiendo un auto de fe, de Pedro Berruguete. Su autor fue uno de los más reputados pintores del gótico español, influenciados por los movimientos socioculturales y políticos de la España medieval.

La colección de pintura española en el Museo del Prado se puede clasificar en tres grupos: el primero, ordenado y pagado por la Iglesia; el segundo, el que la Corona encargaba y era mostrado en los palacios; y el tercero y último, el que el Prado ha obtenido a raíz de las donaciones que los particulares han hecho de pinturas que poseían en su haber. La más numerosa de esas tres clasificaciones es, sin duda, la que proviene de la Corona. Al ser derrocada Isabel II en 1868, el nuevo gobierno republicano encontró 317 pinturas de la escuela española, en su mayoría provenientes de las colecciones áulicas. Bajo la Casa de Austria crece el coleccionismo, con Felipe III y en especial con Felipe IV. Será éste quien envíe y patrocine a Velázquez, quien obtiene pinturas de la escuela italiana a la vez que produce las suyas propias para los sitios reales.[1]

En la Casa de Borbón, que se instaura en 1700, las principales coleccionistas son las reinas consortes Isabel de Farnesio y Bárbara de Braganza. La primera, segunda esposa de Felipe V, oriunda de Parma, llegó a poseer una gran colección que incluso superó a la de Luis XV. La segunda y última era portuguesa, hija de Juan V y esposa de Fernando VI, era admiradora de la música y de Escarlati. Patrocinó el Monasterio de las Salesas Reales —donde sería enterrada— y estimuló a pintores como Corrado Giaquinto y Jacopo Amiconi. Carlos III hereda el afán coleccionista de sus padres y promueve a Luis Paret y Alcázar. Gracias a las influencias del conde de Aranda, edificó el edificio que hoy ocupa el Prado. El siglo XVIII cierra con Carlos IV, que consigue para sí los bodegones de varios artistas españoles. Patrocina la obra de Francisco de Goya y decora el Palacio Real de Madrid con obras que más tarde se llevarán al Prado.[2]

Ya creado el Museo, la labor del duque de Híjar y de José de Madrazo, logró que el Prado consiguiese muchas obras de la escuela española. Otra medida que contribuyó a ello fue la desamortización de los bienes eclesiásticos, en 1836. Así se obtuvieron para los fondos reales varias pinturas hasta entonces en manos de la Iglesia. Sin embargo, no todo se donó al Museo, una gran parte de lo obtenido fue legado a un Museo Nacional, que albergaría obras desamortizadas de Madrid, Segovia y Toledo.[3]

La santa cena, obra maestra de Juan de Juanes, conservada en el Prado. Como toda la pintura española del siglo XVI, tiene rasgos de la italiana, específicamente de Da Vinci. Pero Juan de Juanes coloca un toque más místico y apegado a las normas eclesiásticas.

Con la revolución de 1868, Isabel II es destronada y el gobierno pasa brevemente a manos de Amadeo de Saboya. Más tarde se proclama la Primera República Española. El 22 de marzo de 1870, el Museo de la Trinidad, con gran cantidad de pinturas religiosas, terminó su corta existencia y sus obras fueron donadas al Prado. Este museo pronto se convirtió en germen para los demás museos públicos españoles, en especial de arte, que comenzaban a surgir.[4] Al frente de la institución fue colocado el alicantino Antonio Gisbert, terminando así el período de Madrazo. Al ser restaurado Alfonso XII en el trono, nombra a Federico de Madrazo como director. La escuela española aumenta su colección al comprar obras pintorescas y clásicas de la España dieciochesca de Ramón y Francisco Bayeu, y los Cartones para tapices, de Goya. Madrazo se empeña en conseguir más obra del aragonés, hasta entonces guardadas en los sótanos de los reales sitios. Logró la adquisición de una serie de cartones preparatorios y dibujos para La familia de Carlos IV. También consiguió hacerse con una buena cantidad de obra representativas del hispanoflamenco. En 1881, tras ser rechazadas en la Exposición Universal de París de 1878, Frédéric Émile d’Erlanger lega las Pinturas Negras, de Goya al Museo del Prado. Las traslada de lienzo a revoco Salvador Martínez Cubells. Ya en el siglo XX, las donaciones más importantes de pintura española las realiza Pablo Bosch. En 1894 gran parte de las pinturas del siglo XIX pasan a integrar el Museo de Arte Moderno, que Francisco Franco fusiona en 1971 con el Prado, integrándose así las colecciones decimonónicas en el Casón del Buen Retiro.[5]

Pintura medieval

Santa Catalina, de Fernando Yáñez. Tiene marcados rasgos heredados del hispanoflamenco, pero ya se advierte la influencia de otros pintores renacentistas.

La mayoría de las obras que componen esta época de la escuela española son retablos y pinturas con técnicas primitivas, que se inspiran en la temática del Pantocrátor para componer sus cuadros. Otras escenas recurrentes son las de temática bíblica. Poco antes de comenzar el siglo XVI, se advierte en el estilo pictórico español un marcado giro hacia la pintura flamenca, motivado por la llegada del flamenco Carlos I al trono español. Autores de los que el Prado posee obras medievales son el Maestro de Maderuelo, Jaume Huguet, Pedro Berruguete y Bartolomé Bermejo.[6]

Antes de producirse tal cambio, convergen en España los estilos francogótico e italogótico. Es perceptible este ligero giro en el arte en los retablos hispalenses, que serán dedicados tiempo después a las iglesias.La pintura del gótico se caracterizó por la influencia que los conflictos políticos generados por la Reconquista española ocasionaron en la sociedad hispánica. En el museo existen obras que abarcan desde el siglo XIII. En 1926 la ciudad de Segovia envió al museo una dotación compuesta por lo más destacado del gótico, presente hasta aquel momento en la ciudad castellana. Compuesta en su mayoría por retablos, los más destacables son los de la Vida de la Virgen y San Francisco, de Nicolás Francés y el del obispo Sancho de Rojas atribuido a Juan Rodríguez de Toledo; la tabla de Santo Domingo de Silos, pintura en retablo de Bartolomé Bermejo y La Piedad, pintada por Fernando Gallego.[7]

Al suceder el fin del estilo gótico, España vuelve a tomar una nueva asimilación del arte, creándose así el estilo hispanoflamenco, que tendrá sus máximos focos artísticos en Castilla y Andalucía. Los autores de estas obras son, principalmente, Jorge Inglés, Fernando Gallego, Diego de la Cruz y el pintor hispanoflamenco por antonomasia, Juan de Flandes.[8]

Renacimiento y barroco

Uno de los pasillos dedicados a la pintura barroca española. Se aprecian varias obras de Murillo y Ribera.

Pedro Berruguete fue el primer artista que introdujo tendencias del renacimiento en España. Poco tiempo después, ya comenzado el siglo XVI, se destierra el estilo flamenco y surge el renacentista español. El Prado posee algunas obras de la época, como Santa Catalina, de Fernando Yáñez de la Almedina, posible asistente de Leonardo da Vinci,[9] y La santa cena, de Juan de Juanes.[10]

El Greco es uno de los mayores exponentes del renacimiento español. El Museo tiene en su colección varias obras del pintor griego, algunas realizadas en su período de Italia y más de treinta ejecutadas en sus años en España. En la colección de El Greco en el Prado destacan La anunciación, El caballero de la mano en el pecho, La Trinidad, algunas obras del retablo de María de Aragón y el grupo de Los Apóstoles.[11]

Ya entrado el siglo XVII surge en España un nuevo tipo de pintura, influenciado por Rubens y Anton Van Dyck. De estos dos autores hay grandes colecciones en España, de las cuales el Prado tiene algunas pinturas en sus fondos. El naturalismo que Caravaggio pregona en Italia, en su obra se nota cierta conexión con el pintor catalán Francisco Ribalta y con José de Ribera. Otros exponentes del Siglo de Oro en la pintura son Bartolomé Esteban Murillo, José de Ribera y el pintor monástico Francisco de Zurbarán. Ribera —El españoleto, su sobrenombre en Nápoles— está representado por cuadros como Esaú y Jacob o El martirio de San Felipe —que muchas veces se interpreta como El martirio de San Bartolomé, siendo errónea esta valoración, pero muy difundida en la cultura popular—. Mientras tanto, las principales obras de Murillo en el Prado son El buen pastor, La sagrada familia del pajarito y la Inmaculada de Soult. De Zurbarán existen en el Museo Visión de San Pedro Nolasco y San Lucas como pintor, ante Cristo en la cruz. Otros autores barrocos del Prado son Alonso Cano, Claudio Coello[12] y el retratista de la corte Juan Carreño de Miranda.

Velázquez y Goya

Las majas, dos de las obras más populares de Goya.

Ambos pintores son los más representativos del Prado y el Museo ha obtenido una gran parte de sus obras, lo que le ha dado al museo madrileño una identidad única.[13] A pesar de haber vivido en siglos diferentes (Velázquez en el XVII y Goya entre el XVIII y el XIX), la obra de los dos está relacionada íntimamente —en especial la primera etapa del Goya joven con Velázquez—. El Prado tiene casi cincuenta obra de Velázquez, provenientes en su mayoría de las colecciones áulicas a las que sirvió durante toda su vida laboral. La cantidad de obras goyescas en el Museo asciende a más de ciento cuarenta obra de arte, pero, a diferencia de Velázquez, la mayoría no ha sido obtenida por medio de las colecciones reales.[14]

Velázquez trabajó gran parte de su vida en la corte del rey Felipe IV, por lo que sus obligaciones en la corte le llevaron a suspender su labor artística durante períodos. Aun así, la estrecha relación del sevillano con la corte permitió que una buena parte de sus cuadros quedasen en España y a la postre fuesen legados al Museo del Prado.[15] Felipe IV le encargó varias tareas en su corte, como decorar el Palacio del Buen Retiro, para lo cual realizó retratos ecuestres —del rey, su hijo el príncipe Baltasar Carlos, sus padres (Felipe III y Margarita de Austria) y su esposa, Isabel de Borbón—, y la famosa pieza de arte La rendición de Breda. Dos veces viajó a Italia Velázquez, ambas por encargo del monarca, a fin de conseguir nuevas obras de arte y de que perfeccionase su estilo. En 1656 pinta Las Meninas, que ahora ha adquirido el Museo. Poco antes de su muerte recibió el título de caballero de la Orden de Santiago.[16]

Goya vivió un siglo después de Velázquez, pero en sus inicios estuvo muy influenciado por su obra —véase el Cristo crucificado—. La serie de los Cartones para tapices abre cronológicamente el área del Prado dedicada al maestro de Fuendetodos.[17] Su estilo fue evolucionado a uno más oscuro a raíz de una enfermedad en 1793. Trabajó como retratista de la familia real bajo Carlos IV y Fernando VII, época en la que produjo La familia de Carlos IV y Fernando VII con manto real. Este último no prestó mucha importancia al aragonés, quien se exilió en su Quinta del Sordo, donde creó las Pinturas Negras, hoy en el Prado.[18] Uno de sus últimos trabajo es el cuadro La lechera de Burdeos, también en la pinacoteca del Prado.[19]

Cortejo del bautizo del príncipe Juan, de Francisco Pradilla. Es un ejemplo de arte romántico en el Museo del Prado.

Siglo XIX

La pintura española del siglo XIX está notablemente influida por el arte goyesco. Especialmente, Vicente López, sucesor del aragonés como pintor de cámara, tiene ese estilo. Es apreciable, sobre todo, en el retrato que realizó a Goya. Otros artistas en los que es perceptible un giro hacia el arte goyesco son Federico Madrazo (La condesa de Vilches) y Antonio María Esquivel (Los poetas Contemporáneos o Lectura de José Zorrilla). Eugenio Lucas Velázquez y Leonardo Alenza fueron otros pintores a los que el estilo goyesco de los últimos años, en especial el de las Pinturas Negras, influenció. El romanticismo pictórico en España comenzó con Eduardo Rosales (El testamento de Isabel la Católica) y Francisco Pradilla (Juana la Loca, La capitulación de Granada, Bautizo del príncipe Juan). Asimismo son notables los paisajes de Mariano Fortuny, como Fantasía sobre Fausto y Desnudo en la playa de Portici. Joaquín Sorolla tiene varias obras expuestas en el Prado, como Aún dicen que el pescado es caro y Niños en la playa.[20]

Véase también

Notas

  1. La colección de pintura española en el Museo del Prado, de Javier Portús. Ediciones Edilupa. ISBN 84-932843-5-1.
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  5. Lunwerg, p.33-39
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  13. Apud Cirlot (dir.), Museo del Prado II, Col. «Museos del Mundo», Tomo 7, Espasa, 2007. ISBN 978-84-674-3810-9, p. 12
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  15. Apud Cirlot (dir.), Museo del Prado II, Col. «Museos del Mundo», Tomo 7, Espasa, 2007. ISBN 978-84-674-3810-9, p. 13
  16. CALVO SERRALLER, Francisco: Velázquez, guía de sala. Amigos del Museo del Prado, 2003.
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Bibliografía

  • BUENDÍA, José Rogelio: El Prado, colecciones de pintura. Bonn, Alemania, Editorial Lunwerg. ISBN 84-7782-694-3.
  • CIRLOT, Lourdes (dir.):, Museo del Prado I y II, Col. «Museos del Mundo», Tomos 6 y 7, Espasa, 2007. ISBN 978-84-674-3810-9.