Fascismo portugués

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El fascismo portugués refiere al conjunto de características del régimen político que prevaleció en Portugal entre mayo de 1926 y abril de 1974; se distingue de lo que comúnmente se conoce como Salazarismo o Estado Novo, es decir, el conjunto de acciones concretas del gobierno encabezado por Antonio de Oliveira Salazar entre 1933 y 1974. «¿Fue el Salazarismo fascista? El debate al respecto justifica que la respuesta sea negativa si entendemos al fascismo como una dictadura ordinaria [...]. Pero si se pretende entender al fascismo de forma más precisa, es necesario ir más lejos».[1]

Antonio de Oliveira Salazar

Discusión teórica

Antes que nada, es indispensable señalar que se puede entender al fascismo desde dos perspectivas: una histórica e irrepetible, y otra como forma política que retoma elementos de varias tradiciones políticas y prácticas que pueden identificarse como de izquierda o derecha (Nacionalismo, una ruptura con el sistema parlamentario y las instituciones, liderazgo de una persona, etc.).[2] Así, la idea de fascismo portugués se fundamenta en que la forma política que imperó en el período mencionado comparte raíces con la concepción teórica del fascismo o, en su defecto, las contiene en otra forma. También es necesario insertar el fascismo portugués en la discusión académica que hay al respecto porque, en primer lugar, «las teorías del totalitarismo influyeron de manera considerable los estudios sobre fascismo»,[3] por lo que, consecuentemente, los regímenes con características fascistas que se alejaban de las formas propias del totalitarismo (Fascismo italiano o el Tercer Reich) gozaron de muy poca atención;[4] por ello, «mientras que el régimen de Franco se mencionó ocasionalmente [...] su contraparte portuguesa no se citó ni en las notas al pie».[5] A la luz del análisis de los elementos que constituyen al fascismo como forma política, es inevitable concluir entonces que no hay una definición clara de este y que es, sobre todo, una práctica.[6]

Elementos del fascismo en el régimen político portugués

El primer elemento que cabe destacar y que, en buena medida, es uno de lo argumentos que se utiliza en los trabajos académicos que no asumen la existencia de un forma política fascista en Portugal, es lo que Linz llama falta de ideología, y lo sustituye por la presencia de mentalidad;[7] sin embargo, como ya se mencionó arriba, el fascismo es más una práctica, pues al incluir elementos que se pueden identificar con la izquierda o la derecha, se vuelve mucho más complicado e inútil tratar de descubrir la ideología de esta forma política. Con el golpe de Estado que dieron un grupo de militares en 1926, por el descrédito de la clase política, la falta de canales de participación para la nueva sociedad portuguesa, la debilidad institucional de la Primera República Portuguesa, el ejemplo de la vecina España con el Gral. Miguel Primo de Rivera y el descontento militar por la participación —por pequeña que haya sido— de Portugal en la Primera Guerra Mundial, llevaron a aquel grupo de militares a dar el golpe de Estado que esperaban derivara en un proyecto nacionalista pese a «no tener un diseño claro de cómo hacerlo»,[8] lo que abona al argumento de que el fascismo como forma política no tiene un plan estructurado e ideológicamente definido y homogéneo, por lo que en realidad es un conjunto de prácticas.

El segundo elemento a señalar es que el movimiento y sus líderes se presentan como contraposición a la clase política. En este sentido, el grupo de militares que encabezaron el golpe de Estado en 1926 sustituyeron a los políticos de los ministerios y otros puestos importantes, pues se le identifica con el régimen caído, la monarquía. Así, Salazar llevaría a su máxima expresión este elemento, pues «cuando para el general Óscar de Fragosa Carmona, el líder del gobierno militar, se volvió obvio que los militares no sabían cómo administrar el gobierno y al país, tuvo que recurrir a un civil, el profesor de economía y de derecho en la Universidad de Coimbra, Antonio Oliveira de Salazar».[9]

Otro elemento del fascismo es el liderazgo personal autoritario. Este se legalizó y legitimó de forma sólida en la Constitución que se aprobó en 1933, en la que otorgaba al primer ministro facultades extraordinarias para dirigir el gobierno día con día y dejó al parlamento como un mero adorno del gobierno. «En 1931 Salazar comenzó a implementar su sistema corporativo para cerrar la brecha entre el régimen y la ciudadanía».[10] «El poder real quedaba en manos de Salazar [...] Otorgó la autoridad para emitir leyes y decretos de importancia sin que fuera necesaria la aprobación del parlamento».[11] Además, Salazar consideraba que solo él sabía cuál era el mejor camino que debía tomar Portugal (lo cual se pudo vislumbrar desde su primera aparición en el gobierno, pues cuando llegó al Ministerio de Finanzas, pidió tener control total del presupuesto gubernamental); aunado a ello, permitía que la prensa oficialista y funcionarios se refirieran a él como Salvador de la Patria.

Escudo de la Legión Portuguesa

Un aspecto adicional del fascismo y que también está presente en la forma política portuguesa es la organización paramilitar. La creación de la PIDE (Policía Internacional y de Defensa del Estado) fue señal evidente del tipo de organizaciones y mecanismos que se buscó utilizar para mantener el orden en el régimen, pues se utilizó para reprimir la oposición y/o cuidar el flujo de información que se considerara dañina para el país. Asimismo, la Mocidade Portuguesa buscaba la difusión, expansión y reproducción de los valores que el régimen valoraba mediante el reclutamiento obligatorio de niños y jóvenes, en la cual «se dividía en grupos de edad [...], cada una con uniformes, insignias, rangos», etc., a modo de organización militar.[12] También se utilizó la misma organización para las mujeres. La Legión Portuguesa fue otra organización oficial que se dedicó a promover los valores del Estado y a reprimir o cooperar con la PIDE para evitar la formación de organizaciones contrarias o dañinas para el gobierno.

Mocidade Portuguesa de Mujeres

Ahora bien, la dimensión que puede alejar a la forma política portuguesa del fascismo es la falta de constante movilización de la población en las calles; no obstante, dado que Salazar no era un militar —a diferencia de Mussolini, Hitler o Franco—, las formas debían ser distintas a las de estos, por lo que Salazar tuvo que recurrir a otras organizaciones, como la ya mencionada Mocidade Portuguesa, para mantener movilizadas a las rebosantes juventudes que buscan espacios; el partido único, la Unión Nacional, no era una organización política basada en la movilización de masas como sí lo era el partido Nazi o el Fascista Italiano.

Otro ingrediente que permea todas las variantes de fascismo en Europa es el anticomunismo,[13] promovido abiertamente desde el gobierno y en sus organizaciones, lo que le valió ser de los primeros miembros de la OTAN y alinearse a la política de EE. UU.

Uno de los últimos elementos, pero no menos importante, es la idea de restaurar la grandeza perdida, dar trascendencia a la nación. En este sentido, Portugal destacó, pues si bien no había sido reducido a escombros, fue en contra de toda la corriente europea de descolonización, exaltando el Gran Imperio Colonial Portugués de antaño; como ejemplo, «en 1940 se llevó a cabo una exposición nombrada Exposición Mundial de Portugal, mientras el resto de Europa estaba en plena Segunda Guerra Mundial [...] en la que se presentaba a Portugal como una nación con una vieja y gloriosa tradición marítima y poseedora de un imperio que va desde Minho en el norte de Portugal hasta Timor».[14]

El último elemento que se puede identificar en la forma política portuguesa es la sacralización de la política, lo cual se ve reflejado en el lema principal: Dios, patria y familia,[15] es decir, la intrincación de estos elementos y otorgarles el grado de trascendencia fue el encabezado perpetuo del régimen.[16]

Notas

  1. Robert O. Paxton, A França de Vichy son una Perspectiva Comparativa, cit. por Antonio Costa Pinto, Salazar Dictatorship and European Fascism, Problems of Interpretation, Nueva York, Columbia University Press, 1995, p. 30.
  2. Lo que va en detrimento de la falsa idea de que el fascismo es un conjunto de prácticas propias de la ideología de derecha o conservadora.
  3. Antonio Costa Pinto, op. cit., p. 1.
  4. Juan Linz, «Totalitarian and Authoritarian Regimes», en F. Greenstein and N. Polsby (eds.), Handbook of Political Science, EUA, Reading, 1975, pp. 175-411.
  5. Antonio Costa Pinto, op. cit., p. 1
  6. Hay diferentes formas de analizar y acercarse al fascismo como forma política; en este sentido, Michael Mann propuso una nueva forma en su último libro sobre el tema, analizando los elementos del fascismo a partir de los individuos que lo lideraron y promovieron. (Fascists, Cambridge, Cambridge University Press, 2004, 429 pp.)
  7. Juan Linz, op. cit.
  8. Walter C. Opello, Portugal's Political Development, EUA, Westview Press, 1985, p. 53.
  9. Walter C. Opello, op. cit., p. 53.
  10. Walter C. Opello, op. cit., p. 55.
  11. Walter C. Opello, Portugal, from monarchy to pluralist democracy, Oxford, Westview Press, 1991, p. 65.
  12. Walter C. Opello, ibid., p. 69.
  13. Llama la atención que haya una cantidad nada desdeñable de obras de edición rusa que se refieran, sin el menor empacho, al régimen de Salazar como fascista. Véase, por ejemplo, J. Grigulevich, E. Kovaliov et al. (eds.), Portugal: Renovación y Pruebas, Moscú, Redacción Ciencias Sociales Contemporáneas Academia de Ciencias de la URSS, 1984, 239 pp.
  14. Antonio Costa Pinto, op. cit., p. 196.
  15. Que es idéntico al del régimen franquista.
  16. Antonio Costa Pinto, ibid., p. 197 et passim.