Desaparición de Fernando Molinar

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Error de Lua: Error interno: El intérprete ha finalizado con la señal "-129". La desaparición de Fernando Molinar ocurrió el 11 de septiembre de 2001 en el marco de los atentados del 11S. Pese a la posibilidad de que Fernando haya muerto a causa de los ataques, actualmente no está identificado como una de las víctimas.

Desaparición

Fernando Jiménez Molinar, nacido el 14 de octubre de 1980 en Oaxaca (México),[1] se trasladó a Estados Unidos, donde entró como inmigrante ilegal, en 1996[1] (1998 según otras fuentes),[2][3] habiendo informado a su madre Nora Elisa de su intención de mudarse en el otoño de ese año.[1] Instalado en Nueva York alrededor de 1998,[4] Molinar, quien deseaba ahorrar el dinero suficiente para montar su propio negocio, había logrado pagar el coste de su pasaje en dos años[5] y subsistía trabajando como lavaplatos y repartidor de pizza.[2] Fernando tenía por costumbre llamar a su madre desde Manhattan todas las semanas (generalmente los miércoles, jueves[6] o viernes);[1] en su última llamada, efectuada el sábado 8 de septiembre de 2001, Fernando habló con su madre de su nuevo trabajo[3] en la pizzería Andely, ubicada en el n.º 83 de Murray Street, entre Church Street y Broadway Street, a dos bloques de las torres gemelas.[1][7]

Al momento de su desaparición compartía un pequeño apartamento con otros dos inmigrantes ilegales.[2] Uno de ellos, quien vio a Molinar por última vez la mañana del 11 de septiembre, decidió alertar a la madre de Fernando al ver que no había vuelto a casa esa noche, pasando ambos la semana siguiente en busca de Molinar;[2] el 20 de septiembre volvió a comunicarse con Nora Elisa para informarle de que seguía sin noticias de su hijo, tras lo cual los dos hombres desaparecieron abruptamente sin dar sus nombres ni su dirección[4] por temor a que la investigación sobre el paradero de Fernando dejase al descubierto la situación irregular de ambos en el país.[2]

Hechos posteriores

Nora Elisa, quien se había mostrado contraria a que su hijo emigrase,[1] se puso en contacto con la Asociación Tepeyac, entidad que en los días posteriores a los atentados se dedicó a llevar a cabo un registro de hispanos desaparecidos (113 a fecha de 2006) además de prestar ayuda a un total de 857 latinos que habían perdido su trabajo a raíz de los ataques.[1] La asociación buscó sin éxito a Fernando en todos los restaurantes y pizzerías de la zona cero,[2] contando la entidad con una descripción de Fernando basada en los datos que el propio Molinar había dado a su madre durante una de sus últimas conversaciones telefónicas, en la que este le había dicho que se había dejado bigote, tenía el pelo largo y una arracada en una oreja.[1]

La única foto con la que contaban las autoridades para identificar a Molinar era una instantánea tomada en 1996, en la que Fernando aparece saludando a la bandera de México en una escuela de Oaxaca, vestido con una camiseta blanca y con la mano derecha posada en el pecho.[1] Dicha foto consta en el expediente DX01022434, el cual actualmente ya no figura en los archivos del gobierno de Nueva York,[8] habiendo sido el nombre de Molinar retirado de la lista de víctimas en octubre de 2003 ante la imposibilidad de las autoridades de confirmar su muerte o incluso su presencia en Nueva York dada su situación de inmigrante ilegal en el país.[2][6] Una petición para que Molinar fuese declarado víctima de los ataques fue rechazada por el Tribunal Testamentario de Nueva York,[9] mientras que por otro lado docenas de personas fueron condenadas por fraude relacionado con los atentados,[2] ya que los familiares de las víctimas tenían derecho a recibir una indemnización, aunque su madre manifestó que su deseo no era obtener ninguna compensación económica sino únicamente que su hijo fuese reconocido como víctima de los ataques y su nombre incluido en el National September 11 Memorial & Museum.[2]

Nora Elisa viajó a su vez a la zona cero en un intento por reconstruir los últimos pasos de Fernando; el dueño del local donde trabajaba solo mencionó que Molinar era un buen empleado. Los compañeros de su hijo prometieron testificar con el fin de probar que trabajaba allí, si bien acabarían retractándose cuando el dueño del establecimiento se negó a declarar ante el temor a ser penalizado por tener en nómina a ilegales.[5]

Legado

Joel Magallán, jesuita y director de la Asociación Tepeyac, calificó el caso de Fernando como el más paradigmático de los mexicanos que jamás existieron para el gobierno estadounidense, describiéndolo como el más claro ejemplo de «migración invisible» en el país.[1] Una casa cinematográfica italiana se mostró interesada en adquirir los derechos para realizar una película biográfica sobre Molinar, quedando el proyecto sin ejecutar ante la negativa de su madre.[1][8] Debido a que Fernando no está considerado como víctima de los atentados, su nombre no figura en el National September 11 Memorial & Museum.

Referencias

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