Fidel Gutiérrez de Quevedo

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El 27 de febrero del año 1855 quedo huérfano al nacer, en Santiurde de Reynosa; hijo de Manuel Gutiérrez de Quevedo Calderón, natural de la misma localidad y Carlina Fernández de la Vega y Mier originaria de Celada de los Calderones. Cuando tuvo edad suficiente fue encargado para ayudar a su tío, quien era Arcipreste de Cabezón de la Sal, mismo que lo encamino a la carrera sacerdotal. La necesidad de reclutas para la guerra contra los carlistas lo saco del seminario a los 16 años para enlistarlo en el Batallón de Cazadores de Alva de Tormes, parte del Ejercito del Norte, en donde sirvió cuatro años y por sus conocimientos de música adquiridos en los años que ya había estado en el seminario se puesto fue Clarín de Ordenes. Obtuvo una condecoración por su actuación en el sitio de Bilbao; fue licenciado del ejército en abril de 1875. Después de su baja en el ejército, en lugar de regresar al Seminario estudio la carrera de Maestro Nacional, comenzando su actividad como profesor de instrucción primaria en Soto La Marina, de donde se despidió en el año 1888, fecha en la que por oposición obtuvo el puesto de maestro de instrucción primaria que ofrecía la Obra Pía de Ruiloba. En el año antes señalado, llego a Ruiloba ya casado con su parienta lejana Rufina Gutiérrez Cuevas, originaria de Pesquera pueblo contiguo a Santiurde. Tuvieron seis varones y una mujer Originalmente vivió con su familia en la casa destinada por la Obra Pía para los Maestros de Instrucción Primaria, en la calle Veracruz, Barrio de la Iglesia. Desde su llegada a Ruiloba, y durante más de 40 años se encargó de la instrucción primaria de todos los niños varones del pueblo, en todos los grados, atendiendo hasta 80 educandos a la vez. Por sus conocimientos y afición a la música sacra, tuvo a su cargo el acompañamiento de la liturgia de todas las ceremonias que se celebraron en la Iglesia del Barrio durante toda su vida; enseño a su hija Rita y su hijo Miguel a cantar en latín mientas el tocaba el órgano. Se dice que venían los curas del Seminario de Comillas a Ruiloba a practicar a puerta cerrada sus misas cantadas por el acompañamiento de Don Fidel. Con motivo de habérsele negado por los encargados de administrar la Obra Pía un aumento de percepciones después de muchos años de trabajo, renuncio al puesto, pero siguió dando las clases y atendiendo su trabajo como siempre lo había hecho, por varios años más, sin goce de sueldo. En vida fue objeto de un homenaje que le hicieron sus alumnos cuando se retiró de dar clases, con la asistencia espontanea de los habitantes del pueblo y autoridades civiles y eclesiásticas. Después de su fallecimiento, nuevamente sus alumnos promovieron que la calle a un costado de donde fue siempre su aula de clase llevase su nombre. Falleció en Ruiloba el 9 de febrero del Año de 1946 a la edad de 91 años