Domingo Seminario Urrutia

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DOMINGO SEMINARIO URRUTIA, “EL SEÑOR DE VICÚS”

Don Domingo Seminario Urrutia fue un distinguido patriarca piurano, recordado afectuosamente en su tierra natal como “El Señor de Vicús” por sus constantes esfuerzos en la conservación, difusión y defensa de los vestigios arqueológicos de esa importante cultura prehispánica de nuestro país, que se desarrolló en el cálido y fértil valle del Alto Piura hace más de 2400 años de antigüedad.

Entusiasta coleccionista de objetos de arte y antigüedades, logró reunir la famosa colección de cerámica y metales de la Cultura “Vicús” (3,000 piezas), a través de largos años de esfuerzo y con el asesoramiento de arqueólogos y expertos peritos en arte, así como también selecciones de las mejores piezas de otras culturas prehispánicas del Perú. Esta notable colección privada, que llegó a exhibirse en diferentes exposiciones, tanto en Europa como en los Estados Unidos, inclusive en alguna oportunidad en conjunto con la célebre colección “Oro del Perú”, de la familia Mujica Gallo, se encuentra actualmente en el Museo del Banco Central de Reserva del Perú, en Lima. Cabe mencionar entre estas exposiciones, la del Museo Guggenheim de la ciudad de Nueva York; el County Museum de Los Angeles, en California y la Bienal de Sao Paulo, en Brasil. En años pasados, algunas de las mejores piezas de esta colección se exhibieron asimismo en el Pabellón Peruano en la Feria “Expo 92”, de la ciudad de Sevilla.

Don Domingo Seminario Urrutia ha sido considerado como el principal defensor del patrimonio arqueológico de Vicús. Habría que mencionar que en los primeros años de la década del sesenta, del siglo pasado, se había iniciado, por parte de “huaqueros” clandestinos, una ilícita excavación, así como su posterior comercialización de cerámica y orfebrería Vicús, las cuales provenían de antiguos pozos funerarios localizados en las partes bajas del cerro Vicús y en las lomas de sus alrededores, todo esto en las cercanías de la localidad de Chulucanas, en el valle del Alto Piura.

Al enterarse Don Domingo Seminario Urrutia de estas actividades ilegales y clandestinas en tierras de su propiedad, escribió prontamente una carta a la entonces Casa de la Cultura del Perú (luego denominada el Instituto Nacional de Cultura – INC y ahora, desde hace pocos años, trasformado actualmente en el Ministerio de Cultura del Perú), solicitándole envíe lo antes posible a funcionarios calificados de esa institución para que “in situ” hagan las investigaciones pertinentes acerca de lo que recientemente se estaba “descubriendo” en esa zona, comprometiéndose a sufragar, con su propio peculio, los gastos en que incurriera dicha delegación de científicos y académicos.

Don Domingo Seminario Urrutia no sólo alojó en su Casa Hacienda de Pabur-Vicús y además financió el trabajo científico realizado primero por el investigador Ramiro Matos Mendieta (Febrero de 1964) y posteriormente los estudios realizados por los arqueólogos Carlos Guzmán Ladrón de Guevara y José Casafranca Noriega en dicha zona (Abril de 1964), sino que también se dedicó sistemáticamente a adquirir todo el material que era excavado ilícitamente en tierras de su propiedad por los “huaqueros”, evitando de esta manera que estas importantes piezas del Patrimonio Cultural de la Nación se dispersen innecesaria y perjudicialmente en diferentes colecciones privadas (o que eventualmente pudieran salir del país comercializadas ilegalmente, por el alto valor en que ya se estaban cotizando estos preciados objetos arqueológicos en el exterior).

Esta loable actitud le valió ser reconocido por el Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú durante el primer período de gobierno del Presidente Constitucional de la República, el Arquitecto Fernando Belaunde Terry, con la condecoración de “Comendador” de la Orden “Al Mérito por Servicios Distinguidos” el 21 de Julio de 1966. Entre otras condecoraciones y reconocimientos que recibió durante su fructífera y fecunda vida, destacan también la Medalla de Oro por Mérito Agrícola, la Medalla de Oro por Mérito Ganadero y la Medalla de Oro del Banco Continental del Perú por su relevante participación en la Exposición “Vicús”.

Esperamos que las nuevas generaciones de jóvenes piuranos imiten la obra de este ilustre piurano. Y que en homenaje a su memoria se realicen estudios e investigaciones más exhaustivas sobre la Cultura “Vicús”, así como también que se promueva y desarrolle el turismo cultural en la zona de Vicús, en beneficio de las poblaciones locales, antes que el avance del progreso (o el avance del tiempo y la desidia) destruyan y/o deterioren irremediablemente los vestigios arqueológicos de esta importante Cultura Prehispánica de nuestro país.

Su gran anhelo fue, desde principios de los años sesentas del siglo pasado, tal como se puede percibir al leer la nutrida correspondencia que mantenía en esa época con la entonces Casa de la Cultura del Perú, que en el futuro se creara una Fundación que lleve su nombre, para que se dedique al fomento y conservación de la zona arqueológica de Vicús, así como para que apoye económicamente los trabajos de investigación científica en dicha área. Asimismo, era su voluntad expresa transmitida en numerosas misivas al Patronato Nacional de Arqueología, que la colección de objetos arqueológicos Vicús, que había sido de su propiedad, se denomine “Colección Vicús Domingo Seminario Urrutia” y que éstos debían ser trasladados para ser exhibidos adecuada y permanentemente en un Museo de Sitio, en la ciudad de Piura.

Hacemos votos entonces para que la ciudad de Piura, tal como era el deseo explícito de Don Domingo Seminario Urrutia, pueda contar pronto con las invalorables piezas arqueológicas de la Cultura Vicús, en un adecuado Museo Regional, como un atractivo turístico más de la Región Grau. De ser así, Piura contaría no sólo en un atractivo más para los turistas que visitan esta hermosa ciudad, sino que ofrecería además una magnífica oportunidad para que los jóvenes estudiantes piuranos puedan conocer directamente las expresiones más elevadas del arte Vicús.

Sólo así será posible conocer la verdadera dimensión e importancia de esta enigmática civilización de la costa norte peruana, que es definitivamente una de las más artísticas y notables de la época prehispánica de nuestro país.

Texto de Guillermo Castro Escudero