Construcción social de la ciencia y la tecnología

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Construcción social de la ciencia y la tecnología

Este concepto surge de los actuales estudios de Sociología del Conocimiento Científico que consideran la ciencia y la tecnología construida y configurada por los elementos sociales, en contra de la visión tradicional que veía la evolución de estas dos disciplinas totalmente autónomas. Esta teoría, llamada también constructivismo social, hace depender el conocimiento de la realidad natural y su aplicación tecnológica del contexto donde se desarrollan.

La tesis de la visión tradicional del conocimiento científico era que éste evolucionaba independientemente de los intereses políticos, sociales o económicos y que la investigación científica era neutral, en cuanto la realidad era alguna cosa que se hallaba “allá afuera” y los científicos tan sólo se limitaban a descubrirla. También la tecnología evolucionaba de forma lineal e inexorable y cada nueva aplicación tecnológica producía unos impactos sobre la sociedad, la cual recibía ese nuevo invento de forma pasiva y sin posibilidades de intervenir en su configuración.

Aunque los métodos aplicados son similares, (estudio de casos, de laboratorio, análisis de controversias, etc.) tanto la ciencia como la tecnología han aplicado programas diferentes para investigar de qué forma se construye socialmente el conocimiento científico y la evolución de la tecnología.

Construcción social de la ciencia

La Sociología clásica del Conocimiento consideraba que el conocimiento científico era el único que no estaba sometido a las variaciones socioculturales a las que están sujetas otras instituciones como la religión, la política, el derecho o el arte. Por lo que la ciencia ha sido el único campo de conocimiento que escapaba a los análisis de los sociólogos del conocimiento, centrándose estos únicamente en la investigación de las relaciones organizativas y sociales entre científicos. Se consideraba, también, que las causas sociales estaban detrás de la generación de conocimiento científico deficiente o erróneo siendo inmune el conocimiento verdadero a cualquier tipo de manipulación social.

La principal consecuencia de las sociologías de la ciencia que adoptaron la concepción heredada de los fundadores de la sociología clásica del conocimiento –Durkheim, Marx, Karl Mannheim- era que no centraban sus estudios en la naturaleza y en la estructura del conocimiento científico. La visión tradicional de la sociología de la ciencia era asimétrica ya que consideraba que las ciencias sociales sólo podían dar cuenta de los errores de la ciencia, ya que, pensaba, estos eran producidos por causas externas a la ciencia actuando en contra de la racionalidad del método científico. El conocimiento verdadero -el que proporcionaba la ciencia- por el contrario, únicamente era atribuible a causas lógicas y naturales. Este era el pensamiento de la Sociología del error, que además consideraba la generación de conocimiento científico correcto como una caja negra,[1] la apertura de la cual no reportaría nada al estudio sociológico y lo alejaría de su función principal, visión cuestionada por los sociólogos constructivistas.[2]

El Programa Fuerte en la Sociología del Conocimiento Científico

El Programa fuerte constituye un ambicioso proyecto enmarcado en la Sociología del Conocimiento Científico (SCC) desarrollado a finales de los años sesenta en la unidad de estudios de la Ciencia de la Universidad de Edimburgo, por los historiadores y sociólogos Barry Barnes, David Bloor, David Edge, Donald Mackenzie y Steven Shapin como principales integrantes de lo que se llamó la Escuela de Edimburgo. Este programa surgió como una alternativa más radical y crítica hacia el enfoque asimétrico del tratamiento sociológico tradicional de la ciencia defendido por Robert King Merton. Merton afirmaba que el corpus teórico de la ciencia se mantenía neutral al contexto social en el cual se desarrollaba, pero, si los factores sociales llegaban a penetrar debían de ser considerados como elementos que desnaturalizaban su correcto funcionamiento. De esta manera restringía la aplicación del estudio sociológico únicamente a las teorías falsas (Sociología del error). Como respuesta el Programa Fuerte se postulaba formulando que tanto las teorías falsas como las verdaderas estaban condicionadas por factores sociales y que por tanto se han de tratar desde los mismos principios.[3]

El supuesto básico de las perspectivas teóricas del Programa Fuerte consiste en sostener que todo conocimiento humano está determinado socialmente porque se impregna de componentes socioculturales en su proceso de formación. Conocimientos que se transmiten de forma intergeneracional como parte inherente de la propia cultura, de tal forma que todo lo que se considera conocimiento en un momento concreto está mediatizado por el entorno de la sociedad donde se genera. Desde el punto de vista del Programa Fuerte el conocimiento científico constituye un sistema de creencias articulado que cambia y evoluciona desarrollándose y transformándose activamente según la comunidad que lo elabora y los diferentes contextos sociales y culturales en los cuales esta comunidad está inmersa. Desde este posicionamiento la ciencia se desarrolla como cualquier otra institución social, y sus resultados serán el producto de la elaboración de unos individuos que se encuentran en el marco definido de una comunidad científica, con una configuración y unas relaciones concretas, que definirán el carácter y la naturaleza del conocimiento resultante. El Programa Fuerte pretende los estudios empíricos al análisis del conocimiento científico y en especial, a las ciencias formales –matemáticas, lógica, física, química, biología y geología principalmente- ya que en oposición a las ciencias sociales y humanas, estas eran las que se consideraban objetivas por su independencia respecto del contexto social. Desde esta perspectiva el Programa Fuerte afirma que el conocimiento científico ha de ser susceptible de un abordaje en términos de categoría social. En palabras de David Bloor “…todo conocimiento, ya sea en las ciencias empíricas e incluso las matemáticas, se ha de tratar, de principio a fin, como un asunto a investigar.” (Bloor, D. 2003:33). El enfoque metodológico dado desde la sociología del conocimiento científico para el abordaje de la ciencia debe de estar basado en los mismos principios atribuidos a cualquier otra disciplina científica. Por eso la metodología del Programa Fuerte tiene una clara propensión empírica con el objetivo principal de hacer una exploración sociológica de los conocimientos científicos, en especial de las ciencias naturales y formales, mediante el análisis y el estudio de datos sobre prácticas reales del proceso integro de la producción científica. Los cuatro principios fundamentales por los cuales se rige el Programa Fuerte son:

1. Causalidad. La SCC debe de explicar los fenómenos desde una perspectiva científica, definiendo las causas y condiciones que dan lugar al conocimiento científico.

2. Imparcialidad. Los objetos de estudio han de ser elegidos con imparcialidad respecto a la verdad y falsedad, la racionalidad y la irracionalidad, el éxito y el fracaso, ya que estas categorías forman una parte inherente del fenómeno, pero no lo explican.

3. Simetría. Todas las teorías científicas han de ser tratadas de igual forma, los mismos tipos de causas han de explicar tanto las creencias falsas como las verdaderas, ya que ambas pueden estar condicionadas por factores o condiciones sociales.

4. Reflexiva. Los mismos patrones de explicación que han de servir para la SCC han de servir y ser autoaplicables al análisis de ella misma.

Algunas de las consecuencias teóricas más importantes del Programa Fuerte son las siguientes:

  • Constructivismo social, en cuanto todo conocimiento, incluso el científico, se produce en un contexto social impregnado por los diferentes intereses, que acaban configurándolo de manera significativa.
  • Relativismo, ya que se establece que no hay criterios universales y absolutos que garanticen la verdad o la racionalidad del conocimiento, ya que serán siempre relativos a comunidades, épocas o contextos sociales concretos.
  • Empirismo, por la metodología utilizada al estudiar el núcleo del conocimiento científico (estudios de caso, de laboratorio, análisis de controversias, análisis de discurso, etc.).[4]

La concepción sociológica de la ciencia del Programa fuerte ha recibido numerosas críticas que manifiestan una preocupante infravaloración hacia los aspectos intelectuales del conocimiento científico. Estas críticas se basan en su relativismo y antirrealismo y porque propicia una disolución en los límites existentes entre las que se consideran ciencias y las pseudociencias.

Teoría del Actor-Red (Network Theory)

Desarrollada en la década de 1980 por Bruno Latour, Michael Callon y John Law, el punto de partida metodológico de esta corriente es el análisis de la ciencia y la tecnología en acción, en referencia a los procesos colectivos de elaboración de hechos científicos y artefactos técnicos, diferenciándose del análisis tradicional en el que el punto de partida son hechos y artefactos ya elaborados. La Teoría del actor-red estudia la ciencia y la tecnología, que pasan a denominarla tecnociencia por la imposibilidad de distinguirlas tanto metodológica como institucionalmente.

Detrás del estudio de cualquier controversia se puede apreciar que todo el proyecto de ingeniería está constituido por una asociación de elementos heterogéneas, cuya identidad y relación de los cuales se transforma en problemática una vez que explota una polémica. Estas asociaciones se mantendrán estables solamente si las diferentes entidades involucradas (que pueden ser humanas o no humanas, individuales o colectivas) aceptan los roles asignados por los ingenieros.

Desde la perspectiva del actor-red, el destino de un proyecto tecnológico depende de tres factores interrelacionados: En primer lugar de la capacidad de proyecto para construir y mantener una red global que proporcione los recursos necesarios al proyecto. La red global ofrece a los constructores del proyecto un grado de privacidad suficiente para actuar sin interferencias, ofrece un espacio de negociación. En segundo factor es la capacidad del proyecto para construir una red local que utilice los recursos proporcionados por la red global para ofrecer a los actores situados en está, una serie de recompensas materiales, económicas, culturales o simbólicas. El tercer factor, que se superpone a los dos anteriores, es la capacidad del proyecto para imponerse a sí mismo como un punto de paso obligado para toda comunicación (o intercambio de intermediaros: dinero, artefactos, personal, disposiciones legales, etc.) entre ambas redes.[5]

Construcción social de la tecnología

De la misma forma que la ciencia, la visión tradicional de la tecnología también consideraba que esta tenía un desarrollo totalmente autónomo. Se pensaba que la innovación tecnológica había producido cambios sociales a lo largo de la historia, pero las personas no podían actuar sobre estos cambios, sino tan sólo limitarse a recibirlos de forma pasiva. Esta tesis es conocida con el nombre de determinismo tecnológico.

Los primeros estudios sociales sobre tecnología, por tanto, estaban encaminados a analizar los impactos que la innovación tecnológica causaba sobre la sociedad con el fin de prever sus consecuencias negativas. Estos estudios llamados de Evaluación de Tecnologías, llevaron en el año 1972 a la fundación de la primera agencia gubernamental en los Estados Unidos, la Office of Technology Assessement (OTA), inducida por ciertos movimientos sociales y ecologistas preocupados por el impacto de ciertas tecnologías sobre el medio ambiente y los derechos sociales de los ciudadanos. Posteriormente, gobiernos de otros países procedieron a la creación de sus propias oficinas de Evaluación Tecnológicas.

A partir de la década de 1980, sin embargo, este tipo de estudios sobre impactos entra en crisis, ya que los informes fueron ineficientes la mayor parte de las veces al no cumplirse las predicciones y no influir sobre el diseño de la política científica y tecnológica de los gobiernos, ya que el impacto de ciertas tecnologías no fue el mismo en diferentes contextos sociales. Por este motivo, hay un interés creciente en estudiar de qué manera los agentes sociales intervienen en el avance tecnológico. Se pasa a una Evaluación constructiva de las tecnologías, en cuanto que se considera que la innovación tecnológica en realidad no sigue una lógica autónoma propia, sino que en realidad es producto de una interacción entre diversos factores sociales, económicos y culturales.[6] Por tanto, la innovación tecnológica, de la misma forma que la ciencia, también se construye socialmente.

Esta perspectiva constructivista, se dotará de la misma metodología que utilizará el Programa Fuerte en la sociología del conocimiento (empirismo, análisis de todo el proceso creativo, análisis de controversias y el principio de simetría, que atribuye tanto el éxito como el fracaso a factores sociales) pero esta vez aplicada a la innovación tecnológica.

La versión radical del constructivismo tecnológico[7] dio lugar al llamado modelo SCOT, originado en el estudio que los profesores de Ciencia y Tecnología Trevor Pinch y Wiebe Bijke llevaron a cabo sobre la bicicleta. Al analizar este artefacto observaron que en la adopción del diseño definitivo toman parte diversos factores, como por ejemplo:

  1. Grupos sociales relevantes (GSR): Grupo de individuos que tienen en común la misma visión del artefacto, la cual es diferente para cada grupo. Estos grupos, cada uno con sus propios intereses, interaccionan dentro de una estructura que conforma un marco tecnológico, hecho que marcará el futuro tanto del artefacto como del grupo social en cuestión.
  1. Flexibilidad interpretativa: Un mismo artefacto no tiene el mismo significado o valor en contextos socio culturales diferentes, es decir, no existe un único artefacto, sino diversos en virtud de la visión que de él tienen los grupos sociales relevantes. Esto dará lugar a controversias que se resolverán con la imposición de un modelo sobre los otros, por la cual cosa la controversia se clausurara y dará lugar a la estabilización del artefacto en la versión que acabará siendo la definitiva.
  1. Entramados o sistemas sociotécnicos: redes donde juegan y se combinan intereses, valores, conocimientos y todo tipo de factores socioculturales que provocan el carácter heterogéneo de la tecnología y su evolución multidireccional demostrando de esta manera que la innovación tecnológica se halla configurada y construida socialmente.

S. H. Cutcliffe ve también en el aumento del interés por las publicaciones de temas científicos y tecnológicos por parte del público en general esta necesidad de entender un proceso en el cual se participa activamente y no de manera pasiva como se creía antes.[8]

Finalmente es observable también como el género ha influido en la construcción de ciertas tecnologías, básicamente de dos maneras:

  1. Mediante la exclusión de la participación de la mujer en el desarrollo científico y tecnológico.[9]
  1. Con la perpetuación de estereotipos sexistas en el diseño por parte de los hombres de los artefactos considerados tradicionalmente de uso femenino en detrimento de una mayor eficacia.[10]

Bibliografía

- Aibar, E. y Díaz, J. A.: “Dos décadas de evaluación de tecnologías: del enfoque tecnocrático al diseño actual”. Sistema nº 123/1994, pág. 95-113.

- Aibar Puentes, E. “La vida social de las máquinas: orígenes, desarrollo y perspectivas actuales en la sociología de la tecnología” Reis. 1996. Nº 76. Págs. 141-170. En Internet en: http://scholar.google.es/scholar?hl=es&q=%22la+vida+social+de+las+m%C3%A1quinas%22&btnG=&lr= [Consulta: 09-05-2015].

- Aibar, E. (2010) La visió constructivista de la innovació tecnològica. Una introducció al model SCOT. Barcelona. FUOC.

- Aibar Puentes, E. (2010) L’estudi social de la ciència. De la sociologia de la ciència a la sociologia del coneixement científic. Barcelona. FUOC.

- Alemany, C. (1999) Tecnología y género. “La reinterpretación de la tecnología desde la teoria feminista”. En M. J. Barral; C. Magallón y M. D. Miqueo. (Eds), Interacciones ciencia y género. Discursos y prácticas científicas de mujeres (pp.63-80). Barcelona: Icaria Edit. S.A.

- Barnes & Bloor. (1982) Citado en: Sociología de la ciencia y la tecnología. Iranzo, J. M. y otros autores, CSIC, Madrid 1994. En Internet en: https://books.google.es/books?id=HCBARXgGl_EC&pg=PA11&lpg=PA11&dq=la+vision+sociologia+habitual+de+la+ciencia&source=bl&ots=A1h9fsmlfv&sig=NNroPm9zT4_QVVacSymDDn9Ylus&hl=es&sa=X&ei=MPryVL_AG8v9UrGUgeAO&ved=0CC0Q6AEwAg#v=onepage&q=sociologia%20del%20error%20%20&f=false. [Consulta: 09-05-2015].

- Blanco Merlo, J.R. “Una aproximación a las relaciones entre ciencia y sociedad: el PROGRAMA FUERTE en la Sociología del Conocimiento Científico.” Tesis Doctoral, Dir. Ramos Torres, R. Universidad complutense de Madrid, Facultad de Ciencias políticas y sociología, Departamento de Sociología I (Cambio Social). Madrid. 1994. En Internet en: http://biblioteca.ucm.es/tesis/19911996/S/1/S1015501.pdf [Consulta: 09-05-2015].

- Cutcliffe, S. H. (1990) “Ciencia, tecnología y sociedad, un campo interdisciplinar” En M. Medina i J. Sanmartín eds, Ciencia, tecnología y sociedad, págs. 32-35. Barcelona. Anthropos.

- González García, M. I. y Pérez Sedeño, E. “Ciencia, Tecnología y Género” a Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad nº 2, Enero-Abril 2002.

- Torres Albero (1994). “Problemas epistemológicos en el análisis de la ciencia”. En Iranzo, J. M. y otros autores: Sociología de la ciencia y la tecnología, (pág. 91-92). Madrid. CSIC.

- Woolgar, S. Ciencia: Abriendo la caja negra. Barcelona. Anthropos. En Internet en: https://es.scribd.com/doc/22059039/Woolgar-Steve-Ciencia-Abriendo-la-Caja-Negra [Consulta: 09-05-2014].

  1. Caja negra: Término de ingeniería que en el contexto del estudio social de la ciencia y la tecnología hace referencia a un hecho o aparato técnico de uso rutinario, la verdad o eficacia del cual se da por supuesta y no se problematiza. Aibar Puentes, E. (2010) L’estudi social de la ciència. De la sociologia de la ciència a la sociologia del coneixement científic. FUOC. Barcelona. Pág. 59.
  2. Ibídem. Págs. 7-16.
  3. Blanco Merlo, J.R. “Una aproximación a las relaciones entre ciencia y sociedad: el PROGRAMA FUERTE en la Sociología del Conocimiento Científico.” Tesis Doctoral, Dir. Ramos Torres, R. Universidad complutense de Madrid, Facultad de Ciencias políticas y sociología, Departamento de Sociología I (Cambio Social). Madrid. 1994. Págs. 3-12
  4. Aibar Puentes, E. (2010) L’estudi social de la ciència. De la sociologia de la ciència a la sociologia del coneixement científic. FUOC. Barcelona. Págs. 17-23.
  5. Aibar Puentes, E. “La vida social de las máquinas: orígenes, desarrollo y perspectivas actuales en la sociología de la tecnología” Reis. 1996. Nº 76. Págs. 141-170.
  6. Aibar, E i Díaz, J.A.: “Dos décadas de evaluación de tecnologías: del enfoque tecnocrático al diseño actual” En Sistema nº 123/1994, págs. 95-113.
  7. Si la versión moderada se limita a tener en cuenta el contexto social donde se desarrolla una tecnología, la versión radical cree que el contenido mismo de la tecnología, diseño, criterios de utilidad i eficacia, etc. es producto de diversos factores sociales. Aibar, E. La visió constructivista…” (óp. Cit.).
  8. Cutcliffe, S. H. Ciencia, tecnología y sociedad, un campo interdisciplinar. En Medina, M y Sanmartín, J. eds., Ciencia, tecnología y sociedad, págs. 32-35, Ed. Anthropos, Barcelona, 1990.
  9. Esta exclusión se potencia ya desde la escuela, en cuanto que el profesorado de asignaturas técnicas interaccionan con mayor facilidad con sus alumnos de sexo masculino y además, se tiende a explicar los éxitos atribuyéndolos a la inteligencia en los niños y al esfuerzo en las niñas. (González García, M. I. y Pérez Sedeño, E. “Ciencia, Tecnología y Género” a Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad nº 2, Enero-Abril 2002).
  10. Alemany, C. Tecnología y género.” La reinterpretación de la tecnología desde la teoría feminista”. En Barral M.J., Magallón, C. y Miqueo M.D. (Eds), Interacciones ciencia y género. Discursos y prácticas científicas de mujeres (pp.63-80). Barcelona: Icaria Edit. S.A. 1999.