Censura en el judaísmo

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Aunque en el judaísmo no existe un Índice de libros prohibidos oficial tal como el Index librorum prohibitorum de la iglesia católica algunas autoridades rabínicas tienen vedada la lectura de ciertos libros y la obra completa de ciertos autores, dicha prohibición ha sido tenida en cuenta en mayor o menor medida según el contexto cultural de las comunidades judías alrededor del mundo y fue más fuerte y efectiva en la época previa al proceso de emancipación del pueblo judío que se produjo después de la Revolución Francesa, teniendo vigencia completa y continua solo dentro de las comunidades judías más ortodoxas.

Ejemplo puntual de acción censora en el judaísmo la encontramos en la ordenanza rabínica que en 1554 fue adoptada por el consistorio de Ferrara, Italia, mediante la cual se establecía un sistema de control sobre la impresión de los libros hebreos. Catorce rabinos en representación de las comunidades Judías de Italia resolvieron que ningún libro hebreo debía ser impreso sin la autorización de tres rabinos reconocidos y el líder de la comunidad judía más cercana. Medidas similares fueron tomadas por el consistorio de Polonia y el de Frankfurt en 1603 al igual que por la comunidad sefardí en Ámsterdam en 1639.[1]

La prohibición de libros también se utilizó como arma en medio de las luchas ideológicas entre facciones judías, libros fueron prohibidos durante la lucha contra los movimientos de los sabateos y los Frankistas. Las autoridades ortodoxas usaron la censura en contra del iluminismo judíos y en contra del movimiento reformista, pues consideraban que dichas iniciativas de emancipación política y cultural podían conllevar a la asimilación y la apostasía; el sionismo, visto por algunos rabinos como una ideología peligrosa debido a sus aspectos seculares fue susceptible de esfuerzos para controlar la traducción y divulgación de sus publicaciones.[1]

Criterios para la prohibición de libros

Al interior de los círculos más observantes del judaísmo siempre se ha desestimado la lectura de obras ajenas a la Biblia y su comentario pues se considera pérdida de tiempo ya que el hombre debe estar abocado en cada momento de su vida a un constante estudio de las Escrituras, bajo estos mismos términos hubo objeciones al estudio de la filosofía por parte de rabinos como el Gaón de Vilna por temor de que esta llegara a confundir a las masas [1] [2].Más allá de ello se considera prohibidos materiales que violen expresamente los Mandamientos de la Tora como la pornografía (los cuales violan las leyes de Tzniut), las escuelas filosóficas que niegan la existencia de Dios, los contenidos antisemitas, aquellos que hacen referencia al paganismo u otros dioses y los contenidos heréticos. También se prohíben aquellos libros que se consideran difamatorios o una burla hacia otras personas pues según el Talmud la burla es una acción tanto o peor que matar, bajo este parámetro se respalda la prohibición de algunos libros que atacan la figura de los Tzadikim aunque se puede considerar que más allá de las prohibiciones genéricas de burlarse o difamar al prójimo dichos libros son prohibidos por atentar contra el culto a la personalidad en torno a ciertas autoridades espirituales.

No es común que en el judaísmo se prohíban obras científicas, antes bien, los grandes rabinos por lo general se educan en el conocimiento de ciencias exactas como la astronomía, la física, las matemáticas la biología y la botánica, conocimientos considerados útiles para explicar el universo y su relación con la Divinidad. No obstante lo anterior existen tensiones entre algunas facciones del judaísmo ortodoxo y la teoría evolutiva, así como los estudios de medicina, los cuales pueden considerarse contradicen la Torá, por lo que algunos libros que tratan dichas temáticas han sido prohibidos al interior de algunas comunidades.

Dentro de los contenidos heréticos se encuentran todas aquellas obras escritas por judíos que atentan contra el monoteísmo, aquellos que niegan o alteran los mandamientos consignados dentro de la Torá y aquellos libros escritos o publicados por apóstatas.

Los libros que contenían decisiones halájicas y explicaciones de las Escrituras que se consideraban incorrectas, aquellos libros impresos en el día de reposo y libros de oración en el que se introducian cambios con la oposición o sin consultar a los rabinos fueron prohibidos.[1]

Libros con prohibición para su lectura pública

En primera medida existe la prohibición de leer las obras consideradas apócrifas y pseudoepigráficas dentro del Canon Hebreo, sin embargo la prohibición solo rige para la lectura en público, no en privado. La razón para esta disposición es que dichos libros no cuentan con su versión original en hebreo por lo que sus contenidos e interpretación no son enteramente fiables y sus traducciones pueden verse afectados por influencias ajenas a la tradición judaica.[2] Estos libros son:

  • Esdras I
  • Esdras II
  • Tobías
  • Judit
  • Adiciones al libro de Ester
  • Sabiduría de Salomón
  • Ben Sira
  • Baruj
  • Carta de Jeremías
  • Oración de Azarías y la Canción de los tres jóvenes (adiciones al libro de Daniel)
  • Susana
  • Bel y el Dragón
  • Oración de Manasés
  • Macabeos I
  • Macabeos II
  • Enoc I
  • Enoc II
  • Baruj II
  • Baruj III
  • Jubileos y Testamentos de los Doce Patriarcas.
  • José y Asnat
  • Vida de Adán y Eva.

Libros prohibidos para un público específico

Existe también la prohibición de estudiar algunos libros por parte de algunas personas en específico. Para el judaísmo más ortodoxo libros como el Zohar y otras obras cabalísticas no deben ser consultado por personas menores a los cuarenta años de edad,[3] igualmente la obra de Maimónides no se permite a personas menores de veinticuatro años. Estas prohibiciones son estipuladas en cuanto se consideran que dichos libros tienen contenidos que deben ser vistos a la luz de conocimientos más amplios pues una mente inexperta podría crear a partir de ellos ideas erróneas o contradictorias sobre el judaísmo e incluso se dice que estudia la cábala a edades tempranas supone un riesgo para la salud mental de quien lo hace.

Libros prohibidos

Bajo este orden se encuentran libros con prohibición expresa de ser consultados. Entre estos se tienen las obras de Homero las cuales fueron rechazadas por el Talmud de Jerusalén al considerar que con su lectura se estaría violando el mandamiento consignado en la Torá respecto a los nombres de dioses paganos.[4]

... y no deben mencionar el nombre de otros dioses. No debería oirse en su boca. Éxodo 23:13

Otros autores cuya obra se encuentra vetada son Baruch de Spinoza del cual su decreto de excomunión del año 1656 dicta expresamente: -que nadie lea nada escrito o trascripto por él-.[5] Sus escritos fueron proscritos al considerar que sus ideas desafiaban la tradición judía y la enseñanza rabínica al cuestionar a Dios y arriesgar un colapso del judaísmo.

Por motivos similares a los de Spinoza la obra de Uriel Acosta se encuentra prohibida.[2]

El libro Maséjet Purim del judeoitaliano del siglo XIII Kalónimus se encuentra prohibido por satirizar ciertos apartados del Talmud.[2]

El Sefer há-Kundas de Jaím Najmán Bialik fue prohibido por su contenido mordaz y crítico a las comunidades judías de Europa Oriental.[2]

En 1918, el Consejo Rabínico de Odessa declaro prohibidos los escritos de Leon Trotsky, Grigory Zinoviev y varios otros miembros judíos del movimiento bolchevique.

La obra de Mordejai Menajen Kaplan fue prohibida dentro de los círculos ortodoxos en 1945 por la postura que este autor manejaba respecto a que la nación judía era una nación como el resto de las naciones del mundo, que al igual que ellas se constituida por factores histórico-culturales y en donde el judaísmo solo era un aspecto más de estos.[2]

En 2002 el libro La creación de un santo compendio de biografías de varios respetados maestros judíos realizado por Natan Kamenetzky, fue prohibida por autoridades ortodoxas debido a sus representaciones a veces poco halagadoras de algunos líderes judíos.

La dignidad de la diferencia de Jonathan Sacks, fue prohibido en 2002 por equiparar el judaísmo con otras religiones.

Entre los casos de material antisemita vedado existe una prohibición no oficial, o al menos una fuerte reticencia hacia la producción literaria de Richard Wagner, prohibición que se extiende también a escuchar e interpretar su música,[6] conducta que se acentuó tras el holocausto al ser visto el compositor alemán como uno de las baluartes ideológicos del nazismo y al ser su música reproducida en los campos de exterminio.[7]

La publicación de obras destinadas a la conversión de los judíos al cristianismo es fuertemente perseguida en judaísmo ortodoxo, por lo que los Evangelios y sus afines son obras consideradas heréticas, no aptas para la lectura. En la última época a raíz del surgimiento de movimientos evangélicos que buscan la conversión de los judíos, esta actitud se ha hecho más virulenta,[8] sin embargo el desprecio por las obras cristianas siempre estuvo presente desde la época más temprana del surgimiento del cristianismo. Ya en el siglo II Rabí Tarfón llegó a decir que no vacilaría en quemar todos los libros cristianos.[2]

Referencias

  1. 1,0 1,1 1,2 1,3 CARMILLY-WEINBERGER, Moshe. "Censorship." Encyclopaedia Judaica. Ed. Michael Berenbaum and Fred Skolnik. 2nd ed. Vol. 4. pg 539-541 Detroit: Macmillan Reference USA, (2007).
  2. 2,0 2,1 2,2 2,3 2,4 2,5 2,6 LEWINSKY Salomón. Diccionario enciclopédico del judaísmo. Bogotá: Planeta (2009)
  3. [1]¿Quién puede estudiar la cábala?
  4. Talmud de Jerusalén, tratado Sanhedrín
  5. [2], Decreto de excomunión de Baruch de Spinoza - 1656
  6. [3], Jason Charles Beck se niega a interpretar música de Wagner
  7. [4], La música de Wagner estuvo prohibida en Israel por ley hasta hace dos décadas, levantándose el veto al inicio de los 80. A pesar de ello, son pocas las representaciones que del músico de Leipzig se han podido ver en Israel.
  8. [5], jóvenes judíos queman copias del nuevo testamento. Mayo 20, 2008

Véase también