Edith Ohep de Sánchez

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El 24 de noviembre de 1924, nace en el seno de una humilde familia en San Joaquín, estado Carabobo, Venezuela, Edith María Ohep Marrero, hija mayor de cuatro niñas de Julio Cesar Ohep González y Esther Marcolina Marrero Barreto. Edith, como ella misma se describe, era una niña inquieta, traviesa y alegre que disfruta enormemente la naturaleza; su familia se había mudado al cercano pueblito de Mariara en donde el río pasaba por detrás de su casa, así que mientras su padre Julio Cesar daba clases en la humilde escuelita de techo de paja fundaba por él, su hija Edith gustaba de escaparse furtivamente para lanzarse de una enorme piedra al río; su madre Esther se cansaba de llamarla sin éxito así que no fue hasta los 9 años que Edith aprende a leer, el maestro Julio Cesar viendo el espíritu de libertad soñador de su hija, le compra una colección de cuentos de hadas bellamente ilustrado. Aquí Edith se encuentra con el primer hecho pedagógico en su vida, que sería la base de su enseñanza como maestra, años más tarde afirmaría: “NINGÚN NIÑO ES FLOJO, HAY QUE ENSEÑAR A LOS PEQUEÑOS USANDO MÉTODOS QUE DESPIERTEN LA FANTASÍA EN CADA UNO DE ELLOS Y DESEOS DE SOÑAR, EL APRENDIZAJE ACADÉMICO SURGE ESPONTÁNEAMENTE”.

En la Venezuela de la época, todas las familias humildes trabajaban la tierra, el maestro Julio Cesar a través de los años por ser hombre organizado y soñador, se hace de una fortuna y abandona la docencia y viaja constantemente a Caracas por negocios. Mientras tanto, Edith y sus hermanas menores estudian en un prestigioso colegio de la zona, La Inmaculada Concepción en la ciudad de Valencia, internadas como era la costumbre de las niñas de familias adineradas. En todo este nuevo escenario, Julio Cesar Ohep González conoce una bella joven caraqueña de la familia Cardier con quien se casa y permanece junto a ella hasta el final de sus días. Marco, como le llamaba cariñosamente su pareja, cae en depresión y muere meses más tarde. Edith contaría que su madre murió de “amor”. La futura maestra solo tenía 13 años y es llevada a vivir con su madrastra, con quién nunca tuvo problemas, sin embargo, su refugio siempre fue su amado colegio en donde estudiaría para Normalista. En el colegio, Edith se destaca como una excelente alumna bajo la tutela de Sor Luisa Victoria quien marcaría definitivamente su amor por la libertad, igualdad de clases, solidaridad al prójimo e inquietud por mejorar la sociedad. Tres años más tarde muere don Julio padre de Edith, por lo que ella y sus hermanas menores se mudan nuevamente, esta vez con la abuela y tía paterna, Pialina Gonzalez de Ohep y Rosa Ohep. Económicamente, el panorama es duro, entre la desacertada administración de un hermano de la viuda y los abogados,  abuela e hija (antiguas damas de sociedad) se ven forzadas a coser para mantener a las niñas; la carrera de Edith como maestra se tambalea. Sor Luisa Victoria, le asigna una beca trabajo a Edith para que esta pueda culminar sus estudios; aquí el segundo hecho pedagógico importante que marcaría a la normalista, por lo que durante su carrera aseguraría: “SIN TRABAJO Y ESFUERZO NO HAY EDUCACIÓN SIGNIFICATIVA”. Es entonces en este momento que Edith, menor de edad comienza a impartir clases de geografía como suplente de una Hermana del colegio, la cual se encontraba de reposo médico para el momento; de esta forma, Edith pudo pagar su educación y tal vez la de sus hermanas, de esto último no se tiene certeza. A los 19 años, Edith Ohep se gradúa como Normalista de la República de Venezuela; corría el año de 1944, Venezuela bajo la presidencia de Isaías Medina Angarita estaba pasando una época fuerte de cambios a todo nivel, el país se debatía entre gobiernos militares y la democracia, pobreza y justicia, estancamiento y modernidad, sometimiento y libertad económica de países extranjeros entre otros factores sociales. Surge la prensa  y el país comienza a proyectarse internacionalmente, se fundan líneas aéreas y llegan refugiados judíos a Venezuela. En medio de todo este panorama, la educación gritaba por un cambio desde las bases y Edith sabía que la clave del cambio estaba en la educación y manifiesta: “MIENTRAS MÁS TEMPRANO COMENCEMOS A EDUCAR, MÁS FACIL SERÁ EL CAMINO PARA EL INDIVIDUO Y EL PAÍS. LAS MAESTRAS DEBEMOS EDUCAR INTEGRALMENTE, DEBEMOS ENSEÑAR A LOS NIÑOS DESDE MUY PEQUEÑOS, ANTES DE LAS LETRAS, A SER MEJORES PERSONAS, A QUERERSE A SÍ MISMOS Y A SU FAMILIA. EN EL FUTURO SERÁN FORMADORES DE BUENAS FAMILIAS Y EXCELENTES CIUDADANOS VENEZOLANOS”.

Para entonces, Edith consigue trabajo como maestra en la Escuela Estadal de Turmero. En 1945 conoce a Ygnacio Sánchez Nieto y después de un corto noviazgo lleno de sueños y romanticismo, Edith e Ygnacio se casan el 28 de diciembre de ese año Día de los Inocentes, siendo esta fecha motivo de broma para ellos. Los recién casados, sin fortuna ni bienes, se mudan a una casita humilde alquilada y asumen la crianza de las tres hermanas menores y se establecen en la ciudad de Maracay estado Aragua. Del matrimonio nacen nueve hijos: Julio Ygnacio, Cesar Alfonso, Leonardo Adolfo, Marcos Gustavo, Jesús Alfredo, Marithdel del Carmen, Ignacio José Coromoto, Carlos Aníbal y Edithmary Coromoto, esta última docente. Edith funda el Preescolar Pestalozzi,  primer pedagogo moderno en cuyas ideas la maestra basaba su enseñanza y declara: “SÓLO LA EDUCACIÓN PODÍA REALIZARSE EN ARMONÍA CON LA NATURALEZA. DE ESTE PRINCIPIO SE DERIVA LA NECESIDAD DE LIBERTAD EN LA EDUCACIÓN DEL NIÑO; ES PRECISO QUE ESTÉ LIBRE, PARA QUE PUEDA ACTUAR A SU MODO EN CONTACTO CON TODO LO QUE LE RODEA EN EL AMBIENTE”.

Durante su época de estudiante, Edith Ohep de Sánchez se destaca como soñadora libre y alegre, actriz escolar, cantante soprano, pintora, escritora, muy religiosa y compasiva reflejando todo esto a través de su vida como maestra, madre y mujer. En su aula de clases, basó su enseñanza en la observación de las experiencias, intereses y actividades educativas; de no enseñar nada que los niños no pudiesen ver y consideró que la finalidad principal de la enseñanza no consistía en hacer que el niño adquiera conocimientos y actitudes, sino en desarrollar las fuerzas de su inteligencia, dividiendo aquella en forma gradual, de acuerdo a su evolución y donde se tomara en cuenta al individuo como una unidad de inteligencia, sentimiento y moralidad. Sostenía que cualquier irregularidad en estas características, conlleva a la nulidad de una educación integral. Creía firmemente en la importancia de la educación física como medio de fortaleza y resistencia corporal, cerrando así el ciclo de una educación integral, que va desde lo más espiritual a lo puramente corporal.

Durante los años 40 y 50, Venezuela continúa luchando por la igualdad social y la necesidad de una verdadera democracia, haciéndose imperante una educación acorde a la realidad histórica. Ya en 1947 el país pasaba una situación grave en el ámbito educativo ya que, la educación de los ciudadanos; en su gran mayoría era impartida por personas sin el título basada en empirismo y prácticamente al azar. De esta necesidad, surge el Instituto de Profesionalización del Magisterio (más tarde conocido como el Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio) con la finalidad de capacitar profesionalmente a las personas que prestaban servicios docentes en la Educación Primaria sin poseer el título correspondiente. Edith forma parte de todo esto al ofrecerse voluntariamente y sin remuneración alguna a dar clase los fines de semanas en las áreas rurales, a estos docentes sin título, como ella luego se referiría: “MAESTROS INCREÍBLES, DIGNOS DE ADMIRAR, CON METODOLOGÍA ACORDE A LO QUE NECESITAMOS, ELLOS ENSEÑAN HACIENDO, PERMITIENDO AL ESTUDIANTE DESCUBRIR POR SÍ MISMO”. En 1947, la maestra Edith participaría en la Federación Venezolana de Maestros considerando que el gremio debía unirse para garantizar los cambios educativos. Cuarenta y siete años, después diría a su hija menor frente a la sede de la Federación Venezolana de Maestros en la ciudad de Acarigua estado Portguesa: “LOS SINDICATOS EDUCATIVOS NO HAN DADO NADA A LA EDUCACIÓN, SOLO TRAEN CORRUPCIÓN Y FLOJERA ENTRE LOS MAESTROS”.

Edith trabajaría como docente de aula, subdirectora y directora estadal, nacional y privado en distintas instituciones de Maracay. Siempre habló con nostalgia de sus estudiantes, entre ellos contaba como influyó en el espíritu soñador de Cesar Girón al que alentó a cumplir sus sueños de viajar al exterior para convertirse en lo que él quería, un famoso torero. Como madre y maestra siempre ejemplificó la solidaridad, igualdad, respeto, educación integral del estudiante y la familia. Se dedicó a ayudar a niños de la calle, bañándoles con sus propias manos, alimentándolos, dándoles pequeñas clases de lectura y matemáticas así como enseñándoles el valor del trabajo para obtener lo que se necesita.

Edith es jubilada en 1976, para ese momento como docente de aula en el Grupo Escolar Palacio Fajardo en la ciudad de Acarigua estado Portuguesa,  sin embargo fue docente hasta el final de su vida. Cofundadora del Centro Integral de Desarrollo Infantil Ángel de la Guarda, institución educativa que prestara educación integral y cuidados a los hijos de trabajadores de la localidad de Pozo Hondo en la ciudad de Ejido estado Mérida. Dicha institución, para asegurar la prosecución de estudios de todos sus estudiantes se convierte en la Unidad Educativa Colegio  Edith Ohep de Sánchez para rendir un tributo a esta insigne maestra venezolana que siempre creyó en una educación integral de calidad que fomentaría ciudadanos íntegros por un cambio en Venezuela.

Edith Ohep de Sánchez fallece en la ciudad de Ejido en la localidad de Pozo Hondo estado Mérida el 23 de septiembre de 2013 a la edad de 89 años dejando un legado de educación distinta para el nuevo ciudadano feliz e integro por un futuro de cambios constantes.