Edilberto Langer

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Edilberto Tobías Langer Rubilar (Carampangue, Chile, 1 de diciembre 1939) escritor y crítico literario.

Tanto su pluma como su existencia han estado envueltos en un halo de misterio. Citado por famosos autores, a la hora de buscar alguna de sus obras o tratados es prácticamente imposible dar con alguno de ellos. Pese a esto, su nombre se volvió recurrente en los círculos intelectuales y cofradías de escritores, convirtiéndose en referente obligado a la hora de acudir a la exégesis certera, ya fuese en la poesía, la prosa, la prensa e incluso de la publicidad, estas dos últimas para él, instrumentos de control social.

No pocos autores de renombre nacional e internacional lo han utilizado en sus obras, disfrazando magistralmente en ellas su presencia. Lo encontramos entonces deambulando allí, sin que el lector poco avezado pueda identificarlo. No obstante, esta artificiosa estrategia de anonimato, no han sido pocos los que se han percatado del homenaje brindado por los autores de magnánimas y reconocidas obras.

Tildado de crudo e irreverente por algunos y de irónico, mordaz y sarcástico por otros, Edilberto Langer fue ganado un espacio en la vida intelectual y artística en las décadas del 70, 80 y comienzos del 90. Es así como fue sumando adherentes y detractores producto de su pluma, en la cual era capaz de retratar sin eufemismos las contradicciones del pensamiento y actuación social.

Pese a la etiqueta de sarcástico, de la cual no muchos se percataban, Edilberto Langer se autodefinía como conciliador, un hombre radicado en el centro y que miraba con desdén los extremos. Aun así, siempre manifestó su desprecio por los “comunicadores” oportunistas, convertidos en adalides de la moral a fin de congraciarse con las masas y conservar los privilegios que otorga el Cuarto Poder. Del mismo modo, le irritaba la inconsecuencia de “los revolucionarios”, que en la intimidad de sus hogares eran amantes de las comodidades y las bondades la tecnología, frutos ambos del capitalismo. Les llamaba “marxistas en cuerpo de burgués”. Pero del mismo modo, y con el mismo fervor, abominada a los “aristócratas venidos a servidores públicos”.


Una vida de peregrinaje y controversias

El mayor de cuatro hermanos, Edilberto Langer perdió a su padre a los 11 años de edad. Se comenta que ese dramático episodio marcó un punto de inflexión en su vida. Desde ahí en adelante emprendería un periplo que hasta el día de hoy, al parecer, no ha terminado.

Fue llevado al sur de Chile a vivir con una tía abuela. Fue matriculado en centro educativo, para continuar sus estudios de Preparatoria. Corría el año 1945. Lamentablemente, la estadía duró muy poco. Al correr de pocos meses, decidió regresar al seno familiar. Se dice que una desilusión amorosa fue la verdadera razón: se había enamorado de una bella joven que vendía palabras, pero ese juvenil amor no fue correspondido.

Hay documentos que lo sitúan en Tánger, una ciudad al norte de Marruecos el año 1946. Ese mismo año, en Egipto como expedicionario con destino a las Pirámides de Giza, misión que no se sabe si logró concretar. Lo cierto es que luego de África, próximo a esa fecha, su pasaporte registra un breve paso por Andalucía, España. Se le acusaba, junto a otro joven, de desmanes e inhumación clandestina en una pequeña iglesia abandonada. A pesar de que luego se comprobó ser un mal entendido, fue expulsado del país.

Un archivo de inmigración colombiana registra dos veces su arribo al territorio. La primera el año 1957, en circunstancias desconocidas. Posteriormente, el año el 3 de marzo de 1960, ocasión en que fue capturado por las cámaras fotográficas, siendo parte de una comitiva que se había apostado en el aeropuerto para dar la bienvenida a un dictador que regresaba a la patria, luego de estar 500 días bajo arresto domiciliario en otro país, producto de una orden de detención emanada por los delitos de tortura y desaparición de personas.  Meses después declararía como testigo de un crimen cometido al interior del país. Un desconocido amigo escritor, de apellido García Márquez, agilizaría los trámites para descomprometerlo de las acciones e laberintos judiciales. Regresaba a Chile a finales de ese año, para contraer nupcias muy pronto.

Luego de una anticipada viudez, sale a hacer del mundo la extensión de su casa. Atrás quedaban las hijas, al cuidado unas tías y de la estabilidad económica que su basto patrimonio le podían prodigar. Al respecto, fue esto otra fuente de especulaciones: nadie podía comprobar a ciencia cierta de dónde obtenía sus ingresos.


Un paradero misterio

En torno a él se ha tejido una red de misterios, incluso desde mucho antes del día de su partida. A juicio de sus seguidores, aquellos más supersticiosos y quiméricos, la figura del literato está asociada a una secta secreta, la cual su mismo amigo personal, Jorge Luis Borges, disimuladamente sacó a la luz. Lo había hecho primero en su ensayo La historia de la eternidad (1936) y luego también de forma solapada en su obra Artificios (1944), desperdigando pistas e indicios en tres de sus relatos: La muerte y la brújula, Tres versiones de Judas y La secta del Fénix. Hay en ellos, a juicio de sus seguidores, un mensaje de lo que era y es Edilberto Langer.