Herejía de Horus

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En el universo ficticio de Warhammer 40.000, la Herejía de Horus fue una guerra civil intergaláctica que marcó el final de la Gran Cruzada. Descrita en primer lugar en el libro de Games Workshop de 1988 Realm of Chaos: Slaves to Darkness, fue usada como trasfondo para el juego original Warhammer 40.000: Rogue Trader, justificando así los enfrentamientos entre tropas imperiales.

Una serie de novelas basadas en los hechos de la Herejía de Horus han sido publicadas por Black Library (sección editorial de Games Workshop). Este enfrentamiento es también la temática de un juego de cartas coleccionables producido por Sabertooth Games y un juego de guerra de mesa lanzado por Games Workshop en 1993 con el mismo nombre.

Visión general

Después de dos siglos de iniciarse la Gran Cruzada para reunificar a los planetas habitados por humanos y creando un imperio galáctico humano, el Emperador de la Humanidad nombra a Horus, el primero y supuestamente más fiel de los primarcas, Señor de la Guerra, comandante en jefe de sus fuerzas armadas y primarca de los Lobos Lunares, mientras que él regresa de nuevo a Terra por motivos inexplicados. Esta decisión saca a relucir las tensiones existentes entre los diferentes primarcas, especialmente en aquellos que se consideran perjudicados por las decisiones del Emperador y los que tienen algunas diferencias con sus hermanos. Tras ser gravemente herido, Horus es corrompido durante el proceso de curación por los Dioses del Caos, llevándole a traicionar al Emperador y liderar a otros primarcas, también corrompidos por el Caos, a enfrentarse a él. Horus finalmente murió a manos de su padre y sus tropas se retiraron al Ojo del Terror, donde crearon sus propios dominios y desde donde continúan acosando al Imperio. El Emperador fue mortalmente herido en el combate y se mantiene en vida gracias a un milagro tecnológico conocido como el Trono Dorado, desde donde solo puede comunicarse de forma psíquica.

Desarrollo

Origen de los Primarcas

En el 30º milenio, el Emperador caminaba entre sus hijos. Pero aun siendo casi omnipotente, ni siquiera él podía estar en todos sitios a la vez. Para que le ayudasen a acometer su gran proyecto de unificación de toda la raza humana, necesitaría a unos generales tremendamente poderosos que no solo dirigiesen a sus legiones de Marines Espaciales al combate, sino que fuesen líderes indiscutibles entre los hombres. Para ello, el Emperador creó a los Primarcas.

Inicialmente creo 20 primarcas, aunque solo se conocen 18. No se sabe como, pero cuando todavía estaban en proceso de creación, los 20 niños desaparecieron de los laboratorios en donde estaban siendo creados. La teoría más extendida es que fue obra de la influencia maligna de los Dioses del Caos, que intentaban pervertir la labor del Emperador, intentando evitar que se hiciese lo suficientemente fuerte como para derrotarlos. El hecho es que los 20 pequeños fueros dispersados a lo largo de toda la galaxia, acabando cada uno en un planeta diferente.

Después de esa catástrofe, los científicos del Emperador utilizaron las secuencias genéticas de los desaparecidos primarcas para estabilizar el crecimiento de una nueva raza de Marines Espaciales.

Inicialmente se crearon 20 legiones, cada una de ellas con su propia heráldica y fuerza de combate. Una legión de Marines espaciales era una fuerza de combate imparable, que llevaría la luz del Emperador a todos los rincones de la galaxia.

Teniendo sus legiones listas, el Emperador empezó la Gran Cruzada.

La Gran Cruzada

A medida que los ejércitos del Emperador iban rescatando a los aislados mundos humanos supervivientes de la larga noche, fueron apareciendo rumores de mundos humanos gobernados por seres cuasi-divinos, humanos que habían llevado a sus mundos a lo más alto de sus posibilidades. El Emperador iba a encontrar a sus desaparecidos hijos, los Primarcas.

El primero en ser descubierto fue Horus en el planeta bárbaro Ctonia, quien se convertiría en el favorito del emperador y en su fiel mano derecha. Cuando se reencontraron padre e hijo, el Emperador puso a Horus al mando de la legión de Marines Espaciales creados con su secuencia genética, los Lobos Lunares, siendo añadidos los nuevos reclutas del planeta donde fue encontrado Horus.

Pero el avance de la gran cruzada era inexorable, y el Emperador sintió la proximidad de otro de sus hijos perdidos. Así fueron encontrados los 20 primarcas, y junto al emperador lideraron a los ejércitos imperiales recuperando una enorme cantidad de mundos y sistemas humanos.

Así fue hasta la batalla de Ullanor, donde el Emperador, asistido por Horus con sus Lobos Lunares y otras legiones de Astartes, derrotaron a un gran WAAAGH! Orko. Tras dicha batalla, el Emperador nombró a Horus Señor de la Guerra, situándolo como su hijo más querido, y dándole todo el control de los ejércitos de la Gran Cruzada. Tras este nombramiento, el Emperador proclamó que la gran cruzada estaba cerca de acabar, y que confiaba en su elegido para terminar dicha hazaña mientras él se retiraba a Terra para realizar unas labores secretas. Así el Emperador abandonó a sus hijos y se retiró a la seguridad de su palacio.

La Herejía de Horus

Tras el triunfo de Ullanor, la cruzada siguió adelante al mando de Horus, hasta que este cayó herido en el planeta Davin. Allí fue engañado por la cábala de la serpiente para someterse a un ritual que le salvaría la vida pero condenaría su alma y pondría en peligro todo lo obtenido a lo largo de 200 años de Gran Cruzada. Tras el ritual, Horus fue seducido por los Dioses del Caos, que viendo en su nuevo paladín un gran resentimiento por el supuesto abandono del Emperador y le persuadieron para que reclamase el trono del Emperador para él.

Así, Horus, primarca de los renombrados Hijos de Horus y señor de la guerra de los ejércitos del Emperador, traicionó a este uniéndose a los dioses del Caos y pervirtió a la mitad de las legiones de Astartes haciendo que se enfrentaran contra los que antiguamente llamaron hermanos y que se habían mantenido leales al Emperador.

La guerra civil asoló los dominios del Emperador pues Horus había conseguido atraer a la mitad de las fuerzas de la Gran Cruzada, y con la inestimable ayuda de los Adeptus Mecanicus de Marte, inició un atrevido movimiento: el Asedio de Terra.

En el palacio del Emperador en Terra se encontraban tres legiones de Astartes completas: los Puños Imperiales al mando de su primarca Rogal Dorn, los Cicatrices Blancas junto a su primarca Jagathai Kahn y los Ángeles Sangrientos al mando de su alado primarca Sanguinius. Los leales sabían que debían aguantar a toda costa, pues sabían que las flotas de los Ultramarines, Ángeles Oscuros y Lobos Espaciales estaba en camino, algo sabido también por el Architraidor Horus, que sabía también que tenía que jugárselo todo a una carta: tenía que derrotar al Emperador personalmente.

Horus, que se encontraba en su barcaza de combate, la que fue nave insignia de su legión, el Espíritu Vengativo, controlando las operaciones del asedio, tentó al Emperador a enfrentarse a él directamente, y para ello bajó los escudos de su nave. Rápidamente, el Emperador acompañado por sus hijos y su guardia personal, los Adeptus Custodes, se teletransportaron al interior de la nave con el fin de derrotar al Señor de la Guerra caído, pero algo fue mal, y el rayo teletransportador fue intervenido, separando a cada primarca del emperador y haciéndoles aparecer en un punto de la nave distinto.

El Emperador se encontraba sin la compañía de sus primarcas y acompañado solamente por un puñado de Marines Espaciales recorrió la nave de camino al puente para enfrentarse a su hijo caído, pero no era el primero que le había encontrado. El primarca alado Sanguinius había sido el primero en encontrar a Horus y en enfrentarse a él, pero debilitado como estaba tras innumerables días de combate, no fue rival para un Señor de la Guerra repleto del poder del Caos, y su cuerpo sin vida yacía a los pies de Horus. Solo entonces el Emperador comprendió que no había salvación para su hijo caído, tenía que acabar con Horus. Tenía que vengar a su hijo Sanguinius.

El Emperador se enfrentó al que fue su hijo predilecto, pero Horus había sido agraciado con los poderes del Caos, y a punto estuvo de vencer al Emperador. El Emperador yacía muy malherido a los pies del traidor, justo cuando un solitario Custodes entró en la sala. Al ver el estado en el que se encontraba su señor, el Adeptus Custodes se lanzó a la carga contra el Señor de la Guerra, pero no era rival para tamaño oponente. Horus centró su mirada en el insignificante asaltante, y el emperador vio como su armadura empezaba a desintegrarse, seguido de su cuerpo hasta que solo quedó un esqueleto ennegrecido.

Tras ver lo ocurrido, el Emperador reunió todo el poder psíquico del que fue capaz en una lanza de energía, y lo apuntó contra el corazón del traidor. Horus percibió la concentración de poder y se volvió hacia la fuente, pero lo hizo demasiado tarde y no pudo esquivar el ataque del Emperador. A medida que el poder del Emperador destrozaba su cuerpo, los poderes del Caos se retiraron de su peón, y solo entonces Horus recuperó la cordura. Miró al Emperador a los ojos y pidió perdón por sus actos, justo antes de ser destruido. Tras acabar con el que fue su hijo predilecto, el Emperador se desplomó, muy cercano a la muerte, justo en el momento en el que otro de sus hijos, Rogal Dorn, entraba en la sala para descubrir lo ocurrido con su señor. El Emperador, aun en las puertas de la muerte, tuvo el tiempo necesario para impartir las últimas órdenes a su hijo: debía ser encerrado en su Trono Dorado, ya que solo allí podría sobrevivir.

Enlaces externos

  • Wikihammer 40k La mayor enciclopedia online de trasfondo WH40K en español
  • [1] Una enciclopedia del mundo del Warhammer 40k (en inglés y alemán)