Adoración
En religión, la adoración es el culto rendido a un dios.[1]
En general se refiere a los actos de oración o devoción, típicamente dirigidos a entidades sobrenaturales, como los dioses o diosas. Es el acto que inspira habitualmente la vida de los creyentes religiosos y que suele ser expresado por oraciones, himnos, etc., junto con actitudes corporales como la reverencia profunda, el acatamiento y la postración.[2]
Evolución de la adoración
Entre los hallazgos arqueológicos, el que está considerado como uno de los más antiguos dioses es El (en hebreo אֵל) que tradicionalmente se traduce como ‘Dios’ o ‘deidad’. En todo el Levante mediterráneo era denominado El o Il, siendo el Dios supremo, padre de la raza humana y de todas las criaturas. En la mitología cananea era la deidad principal y era llamado «padre de todos los dioses» «el toro». En las tablas de Ugarit figura también como el esposo de la diosa Asera; Ishtar entre los babilonios [originalmente llamada Athirat (o Afdirad)]. En la Biblia ella recibe el nombre de Astoret. La forma griega es Astarté. (Es la madre de todos los dioses, la esposa celestial, la reina del cielo).
En la antigua Roma
En la Roma clásica, la adoración era principalmente un acto de homenaje o adoración, que, entre los romanos, se realizaba levantando la mano hacia la boca, besándola y luego agitándola en dirección al objeto adorado. El devoto tenía la cabeza cubierta, y después del acto se dio la vuelta de izquierda a derecha. A veces besaba los pies o las rodillas de las imágenes de los propios dioses, y Saturno y Hércules eran adorados con la cabeza descubierta. Por una transición natural, el homenaje, al principio pagado solo a los seres divinos, llegó a rendirse a los monarcas. Así, los emperadores griegos y romanos eran adorados inclinándose o arrodillándose, agarrando la túnica imperial y retirando la mano y presionándola contra los labios, o poniéndose la túnica real en los labios.[3]
Oeste de Asia (Oriente medio) antiguo
Antiguamente en el oeste de Asia, los países predecesores y árabes, evolucionaron a la veneración humana un poco más lento, en Persia el rey Ciro, la forma que ordenó era, que la persona cayera de rodillas y con su cara al suelo cerca de los pies, y besara el suelo, varias veces haciendo lo mismo, esta tradición perdura hasta ahora en día con los potentados árabes. Según el Libro de Daniel (3.1-30), el rey Nabucodonosor arrojaba al fuego a quienes no adoraban su estatua.
Religiones abrahámicas
La primera vez que aparece la palabra adoración en la Biblia es cuando Abraham va a entregar a su hijo (Gén 22:5). Esto era una evidente muestra de "'hacer la voluntad de Yahveh Dios'", de obedecer su palabra. Por lo tanto, adoración es la actitud o la intención interna del corazón del hombre para dios, entendiéndose la obediencia, el servicio, la rendición, el amor, etc.
Como expresión externa de adoración construían altares y una serie de rituales, con el tiempo Moisés hizo el Tabernáculo en el cual los primeros judíos adoraron, siendo Aarón su hermano el sacerdote que ofrendaba las primicias fueran vegetal o animal, hasta que Salomón fundó el primer Templo de Jerusalén, ya David, su padre, había creado los instrumentos y la liturgia adecuada para la Adoración a Yahveh. En los 10 mandamientos en los primeros dos mandamientos son referentes, a la adoración exclusiva de Dios, y no imagen.[4]
La adoración en el Islam
La adoración, Ibadah, según se entiende en el Islam, atañe a la purificación del alma y, a la vez, a la vida diaria del ser humano. La base de la adoración reside en el hecho de que los seres humanos son criaturas y siervos de Dios, su Creador y su Señor,[5] hacia quien tienen destinado su regreso. Así, el acercamiento del hombre hacia Dios, en estrecho contacto, reverencia y con espíritu de devoción y humilde sumisión, se llama Ibadah.
La adoración en el Cristianismo
El cristiano debe hacer de la adoración una forma de vida, en su trabajo, en el hogar, o en su entretenimiento... Dado que adoración es la actitud o la intención interna del corazón del hombre para Dios, implica la obediencia, el servicio, la rendición, el amor, etc. Es decir, implica una forma de vida que permite tener comunión con el Espíritu Santo (Juan 4:24).
En Europa occidental, la costumbre de besar la mano de un rey o de un papa, puede ser visto como una forma de adoración.
Véase también
Referencia
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